Introducción

El nacimiento de la Urología, como tal, se inicia a partir de la segunda mitad del siglo XIX, gracias a la conjunción de 3 factores importantes. En primer lugar está la creación del cistoscopio, un emblema de nuestra especialidad y de nuestra sociedad venezolana de urología. En segundo lugar está la litotripcia, entendida como el procedimiento de triturar cálculos urinarios; esta enfermedad que casi podríamos llamar ‘endémica' de las sociedades europeas desde el medioevo hasta entrado el siglo XX. Y en tercer lugar está la imperiosa necesidad de ‘crear' una subespecialidad quirúrgica como la urológica, distinta a la cirugía general, debido no solo al concurso de brillantes individualidades, sino también a la profundidad y extensión de sus temas que hacía prácticamente imposible que un cirujano general dominara todos y cada uno de los aspectos de la misma.

La palabra ‘urología' fue citada por el francés Leroy D´Etoilles en 1.840 como rama de la ciencia médica que estudia los problemas del aparato urinario, pero se acepta oficialmente a partir de 1.896 cuando se funda la Asociación Francesa de Urología y de allí se expande a otras sociedades urológicas de países del Viejo y del Nuevo continente. Durante el siglo XX la expansión sufrida por la Urología fue avasallante y la colocó en el tope de las subespecialidades quirúrgicas no solo por sus avances tecnológicos sino también por la trascendencia de sus investigaciones en el campo litiásico, oncológico, afectando positivamente la calidad de atención medica, reflejándose en los índices de calidad de vida y de sobrevida de diferentes patologías urinarias, sin parangón en la historia de la cirugía y de la recién creada especialidad.

Una de las características fundamentales tanto de la Medicina como disciplina científica, como de la Historia como disciplina humanística, es su constante cambio, debido a los estudios e investigaciones y al descubrimiento de aspectos que las hacen a ambas apasionantes y ricas.

Marandola, de la Universidad de Pavia en la región de la Lombardía italiana, expone una clasificación de la Urología en “urología inconsciente” y otra denominada “urología conciente”. Según Marandola, fue a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX cuando empieza a circular el término urología como tal y se comienza a percibir a ésta como una especialidad apartada no sólo de la ancestral medicina empírica-mágica, sino también de aquella medicina-cirugía practicada por médicos generales, cirujanos generales, barberos, monjes, aprendices y por todas aquellas personas que de algún modo, bien sea empírico o de acuerdo a cánones que se enseñaban en los centros escolásticos de la época, realizaban procedimientos sobre las vías urinarias.

Es en el siglo XIX que aparece la Urología, su concepto como entidad independiente con todos sus alcances y sus figuras destacadas.

Sin embargo, cada vez que un urólogo tiene en sus manos un instrumento urológico debería pensar cuantos hombres y cuántos destinos se involucraron en dichos aparatos. Muchos no han cambiado desde entonces, han mejorado los materiales con los cuales están fabricados, han mejorado la calidad de visión, pero el concepto fundamental es exactamente el mismo desde hace siglos.