Dra. Adele
Schwarts Benzaken
Violencia sexual, una silenciosa realidad
Por Nilsa Varela
En Brasil, una de cada tres mujeres, en su mayoría
adultas jóvenes, que llegan a la emergencia de centros clínicos,
es por causa de la violencia sexual. Así lo reseñó
la Dra. Adele Schwarts Benzaken, Presidenta de la ALAC (Asociación
Latino Americana y Caribeña para el control de las Infecciones
de Transmisión Sexual).
En el Simposio “Infecciones de transmisión sexual en
Latinoamérica” del XII Congreso de la Asociación
Latinoamericana de Infectología, presentó su ponencia
e hizo uso del caso brasileño para hacer un llamado extensivo
a todos los especialistas internacionales presentes en el evento,
para reconocer la imperiosa necesidad de una eficaz y oportuna atención
a quienes son víctimas de abuso sexual. “La interacción
de los servicios: atención pacientes ITS-VIH, atención
víctimas de violencia doméstica y otros servicios relacionados
con la problemática, debe ser una realidad”. Schwarts
aportó datos estadísticos en los que se ve reflejado
que de los casos denunciados sólo un 14% recibe la ayuda necesaria.
Otra consideración hecha por la especialista,
tiene que ver con evitar la discriminación a la hora de recibir
algún caso y por el contrario practicarle todos los exámenes
de laboratorio que permitan el diagnóstico del paciente luego
de la agresión. “Para atender a la víctima no
necesitamos el informe policial; debemos tomar sus datos y registrar
las características físicas que presenta, además
de los análisis de laboratorio”. Así mismo reconoce
que no sólo se trata de un daño físico, sino
que este tipo de abusos físicos ocasionan un profundo desequilibrio
a nivel emocional por lo que también es importante un apoyo
profesional a este nivel.
También
niños
La población más susceptible, los niños, no escapan
a esta lamentable realidad. Cifras presentadas por Schwarts, indican
que en Estados Unidos, de una muestra de 12 millones de niños,
200 mil han sufrido violencia sexual. En el caso de los infantes es
más difícil la situación, puesto que se trata
de casos en los que predomina la no divulgación de la agresión
física, por temor a ser castigados, aún más.
Luego de que alguno de los familiares o adultos que viven con el menor
se percatan de lesiones evidentes, los trasladan a algún centro
asistencial.