Introducción
El síndrome compartimental es una condición en la que la presión elevada en un espacio anatómico, afecta el sistema circulatorio y las funciones de las estructuras contenidas en su interior en forma severa, significando aquello también graves repercusiones en otros sectores de la economía. Aunque el Síndrome Compartimental sea bien conocido como ente patológico en los espacios intrafasciales de las extremidades inferiores, este síndrome también existe en la cavidad abdominal, la que puede ser considerada tambien como un solo gran compartimento cerrado1. El síndrome abdominal compartimental (SAC) es una complicación severa y de extrema gravedad2. La elevación de la presión intraabdominal (PIA) sobre un cierto nivel, causa alteraciones fisiopatológicas en varios órganos intra y extra abdominales3. Por su elevada mortalidad, el conocimiento de su fisiopatología, el diagnóstico y el tratamiento adecuado de él, son de la mayor importancia4. A ellos nos referiremos en este documento.
Resumen
El SAC es una complicación grave en pacientes con HIA que trae como resultado alteraciones cardiovasculares, renales, pulmonares, intra-abdominales y de la pared4. Aunque este síndrome se caracterice por los síntomas clínicos, existen parámetros de laboratorio, que ayudan al diagnóstico del SAC (Presión Intravesical PIV >20 mm Hg; Indice de Apórte de Oxígeno DO2 <600 ml/min/mt2; Presión Vía Aérea Máxima >45 cm H2O; Diuresis <0.5 ml/kg/Hr)2. La PIV medida a través de una sonda Foley en la vejiga, muestra buena correlación con la PIA y sirve como control y monitoreo durante el tratamiento del SAC3. De la misma manera, su empleo profiláctico permite el diagnóstico precoz en pacientes post-operados ya que la HIA produce alteraciones fisiopatológicas antes de presentarse los primeros síntomas del SAC46.
Cambios fisiopatológicos leves pueden ser corregidos mediante el incremento del volumen intravascular a base de soluciones cristaloides2. En pacientes con un SAC establecido, hay que descomprimir y eventualmente reexplorar la cavidad abdominal4,2 . En la mayoría de los casos, el cuadro clínico se corrige a través de la disminución de la PIA como tratamiento de la causa, apoyado por el tratamiento sintomático de las alteraciones hemodinámicas y metabólicas31.
Más importante que el tratamiento sintomático es la profilaxis: Para evitar un SAC no se debe cerrar la pared abdominal bajo gran tensión46. En vez de cerrar la fascia se debe adaptar solamente la piel sobre las vísceras mediante pinzas de Backhaus, lo cual facilita la reexploración de la cavidad abdominal en caso necesario37. Si esta maniobra no es posible de llevar a efecto, se sugiere el uso de una malla39 o de la llamada bolsa de Bogotá37 para cubrir la evisceración programada, por pocos días, hasta que se haya corregido el cuadro agudo y permita la reconstrucción transitoria y/o definitiva de la pared abdominal. Varios estudios demostraron la eficacia de estos métodos, con lo cual se mejoró el cuadro crítico en un 93% de los casos estudiados4.