El caso de las descargas neuronales

Nos remontaremos a la Europa de finales del siglo XIX y los comienzos del XX. Atrás había quedado ya la controversia entre Galvani y Volta, y se aceptaba como cierta la generación de corrientes eléctricas por los tejidos animales. Pero las explicaciones de estos fenómenos no estaban aún claras.

Ludimar Hermann era por los momentos el brillante experimentador ya reconocido, en el laboratorio del famoso Du Bois Reymond. Había adelantado trabajos demostrando que el exterior de los tejidos excitables - los nervios y músculos- mantenían la misma carga eléctrica a lo largo de su superficie, pero que ésta igualdad desaparecía por largo tiempo cuando el tejido se lesionaba, o brevemente cuando entraba en actividad.

Hermann tenía sin duda una brillante carrera en su futuro. Logró entonces que un amigo algo más joven entrara a formar parte del equipo del maestro Du Bois Reymond, y así fue que Julius Bernstein ingresó a formar parte del laboratorio, quizás el más famoso de la incipiente ciencia de la electrofisiología.

Como buenos científicos de la época, Hermann y Bernstein colaboraron en muchos esfuerzos. Bernstein estudió con empeño la presencia del llamado potencial de demarcación - la perturbación de la carga eléctrica registrada en el exterior de un tejido excitable, cuando se mide entre una zona sana y una lesionada-. Se apoyó en el hecho conocido de la mayor concentración de potasio en el interior celular en comparación a los líquidos externos a las células y planteó que las membranas de los nervios y de los músculos eran permeables exclusivamente al potasio durante el reposo y así, la tendencia de este ión positivo a escapar del interior celular producía una separación de las cargas negativas de los otros iones los cuales no podrían pasar a través de la membrana. El resultado era la carga eléctrica observada, el interior celular negativo con respecto del exterior. Las zonas lesionadas permitían la descarga de ese potencial evidenciada por la presencia medible del potencial de demarcación.

Postuló entonces que cuando las células eran estimuladas perdían esta permeabilidad selectiva al potasio. Permeables entonces a todos los iones, positivos y negativos por igual, la carga antes acumulada se disipaba, es decir, la respuesta celular a la estimulación sería la descarga eléctrica. Fue relativamente fácil confirmar la alta permeabilidad de las células excitables al potasio, y medir la carga celular durante el reposo, y... todo cuadró. Hasta una ecuación conocida de la Fisicoquímica, la del equilibrio de Nernst, sirvió corroborar la validez de la teoría al mostrar que la carga eléctrica calculada y la medida en las células eran muy semejantes.

El gremio científico sintió de nuevo el alivio y la alegría de contar con una buena explicación. Las neuronas, cargadas eléctricamente en reposo, se descargaban al llegar a una estimulación crítica.

Freud debió considerar este proceso como básico. Para la época era investigador en Neurología y estaba familiarizado con las teorías en boga. De hecho, sin nombrar a Bernstein, desde el mismo Proyecto - artículo de 1895- consideró a la descarga como un mecanismo importante de respuesta del aparato mental ante la excitación. Esta idea la fue extendiendo en los postulados de la metapsicología... y sin embargo, fue en este punto en especial en el cual Bernstein estuvo errado. Lo relevante para la discusión no es el error, sino el hecho de que Bernstein tuvo ante él todos los datos para evitarlo y no los vio.

En 1868 (Bernstein, 1968) registró y publicó cómo eran las corrientes nerviosas durante el reposo y la actividad. Observó y reprodujo correctamente con mediciones y registros gráficos, que las fibras no se descargaban durante el impulso resultante de ser estimuladas, sino que por el contrario, se cargaban con una polaridad opuesta y en magnitud aproximadamente igual a la del reposo. Tal hecho no podía ser explicado por su teoría.

Ese cambio de carga durante la excitación, no explicado por la teoría, pronto dejó de ser un factor de perturbación, pues inexplicablemente dejó de ser observado (Fig. 4). En su Elektrobiologie (Bernstein, 1912) y trabajos ulteriores la inversión de la carga no fue nunca más reportada, a pesar de que con el curso de los años los equipos de medición mejoraron notablemente. Una y otra vez, año tras año, observó sólo la descarga. Los reportes iniciales, correctos, fueron olvidados y considerados errores. Sus experimentos fueron además reproducidos y confirmados por los célebres y honestos científicos de su época (y en un buen número por cierto), y todos observaron lo mismo: la descarga... ¡Que alivio!... la teoría era válida.

La excepción a la regla de lo observado por todos vino de su antiguo amigo y compañero: Ludimar Hermann (Grundfest, 1965). Celoso de la gloria de Bernstein, Hermann persistió en ver lo correcto, el cambio de polaridad y no la descarga. Para él la teoría sólo explicaba el estado de reposo y no podía dar sentido a lo observado durante la actividad. No entendía como todos incurrían en la equivocación. Una y otra vez, Hermann observó la inversión de la carga y no la descarga. En vano trató de mostrar el error en el cual suponía que incurrían los otros. Sus resultados y publicaciones sobre ese punto no fueron tomadas en cuenta, interpretadas, quizás, como derivadas de la rivalidad y de la poco resuelta envidia. Su genio le llevó finalmente a otras áreas de la investigación, curiosamente al campo de las ilusiones ópticas, en el cual aún hoy día es citado.

El punto es que estamos hablando de registros objetivos hechos con aparatos que no tienen subjetividad... ¿Cómo es posible que nos engañen? ¿Cómo, empleados por distintas personas, nos dan por resultado observaciones y mediciones distintas?

La Neurobiología prosiguió su avance, pero en el área del potencial eléctrico durante la actividad - el potencial de acción- hubo de esperar hasta que un pionero trabajo de Young en 1938, los trabajos clásicos de Curtis y Cole en la Universidad de Columbia (1938) y los de Hodgkin y Huxley en Cambridge (1939) lograran imponer la rectificación necesaria cerca de medio siglo después. Bernstein llegó a explicar con bastante acierto la existencia del hoy conocido como potencial de reposo, y Hermann tuvo razón al señalar repetidamente que la teoría de la descarga neuronal era errada como explicación del potencial de acción. Aún hoy, sin embargo, decimos que las neuronas "descargan" cuando se activan. Freud incorporó la idea de la descarga neuronal en su metapsicología, y pensamos en términos de descarga en relación a las tensiones subjetivas de nuestro aparato psíquico.