Introducción

El hombre del siglo XX conoce como ningún otro de épocas pasadas los desastres que provocan las guerras. Ha sido testigo de combates que en los últimos 100 años no sólo se desarrollaron en el espacio aéreo, marítimo y terrestre, sino también en lugares que a la simple vista le es imposible observar.

Los seres humanos no siempre luchan con criaturas de su misma naturaleza. Existen batallas infinitesimales en las que el hombre ni siquiera puede oler, palpar u observar con sus propios ojos al enemigo.

En estas acometidas, los individuos pelean con pequeñísimos adversarios, conocidos como virus, los cuales tienen como meta adueñarse, para sobrevivir, de la mínima unidad funcional de la vida: las células.

Aun cuando ciertas células sepan defender a sus hermanas del intruso, en ocasiones, el extraño logra evadir la zona del ataque y permanece en el cuerpo humano toda la vida: es el caso del virus de papiloma humano (VPH).

El VPH es una enfermedad de transmisión sexual que para propagarse no atiende distinciones de edad, raza, sexo o religión. Sin embargo, las mujeres sufren más que los hombres, debido a que ellas poseen un epitelio, capa celular que cubre su zona genital, poco resistente para combatir las maldades que produce el virus.

En la actualidad, se conocen más de 100 tipos de VPH, aunque no todos tengan predisposición por infectar la región donde se consuma el acto sexual.

A 18 cepas del virus les encanta hospedarse en la región íntima. A pesar de que estos miembros del VPH ni siquiera representan una cuarta parte de la dinastía del papiloma, ellos son los que ocasionan graves flagelos en el cuerpo humano.

El VPH puede esconderse dentro del organismo, pero, en ocasiones, se deja ver por sus víctimas. Molestas verrugas y condilomas genitales, de distinto tamaño y forma, son las manifestaciones más evidentes que origina el virus.

La alta diseminación del VPH es universal. En Estados Unidos, la página Web oficial del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, revela que para 1998, 20 millones de norteamericanos estaban infectados y se estima que cada año ocurren 5,5 millones de nuevos casos.

En Febrero de ese año, otro informe de ese organismo reseñaba que el VPH, en Estados Unidos, es la enfermedad sexualmente transmitida más común, especialmente entre mujeres jóvenes. Asimismo, precisaba que la patología tiene una incidencia que va desde un 20% hasta un 46% en distintos países.

Las desagradables protuberancias representan una fracción del conjunto de problemas que produce la infección viral. Determinados tipos de VPH, en especial el 16 y 18, se han asociado como grandes co-factores para el desarrollo de cáncer de cuello uterino, primera causa de muerte por cáncer entre la población femenina venezolana, según revelan las cifras del Ministerio de Salud y Desarrollo Social.

Mas las lesiones que origina el virus son sólo una dimensión de todas las consecuencias de la patología. Al ser el VPH una enfermedad de transmisión sexual, origina problemas psicológicos y psiquiátricos en las portadoras, quienes pudieron haber tomado las precauciones necesarias para evitar el contagio.

Incluso, la infección produce repercusiones sociales. Puede ser destructor de una relación sentimental, dada su transmisión sexual. Es capaz de causar molestias de tipo económico, debido al costo de las consultas ginecológicas y tratamientos para la erradicación de las manifestaciones del virus. Tiene facultades para producir un estigma, ya que algunas mujeres al conocer el diagnóstico de su infección sienten cómo les cambia la vida en un antes y después del VPH.

Asimismo, algunas enfermas ocultan su patología para no ser rechazadas por la sociedad. El virus es un mal que enmudece a las pacientes porque ellas no desean ser juzgadas y menospreciadas por haberlo contraído a través de la vía del amor. Para este reportaje se entrevistaron dos jóvenes infectadas, quienes a cambio de su testimonio, solicitaron que no fuese revelada su verdadera identidad, lo cual demuestra cómo el VPH es causa de un sumarial secreto.

Las anomalías producidas por el intruso de células obligan a un perjudicial velo social, que sirve de abono para ganar terreno entre los cuerpos. El manto que cubre a la infección por VPH, está creado por sentimientos de vergüenza y de miedo, lo cual promueve una ignorancia colectiva sobre este virus.

La desinformación alarma. Algunos ginecólogos, contradictoriamente, se equivocan al transmitir sus conocimientos a las enfermas cuando afirman que el VPH se vale de objetos inanimados, como pocetas, piscinas, bidés y bañeras, para diseminarse. Del mismo modo, médicos que sí saben del carácter sexual del virus, encubren la vía de contagio para no alterar la vida en pareja de sus pacientes, y lo que logran es mantener al VPH como un enemigo anónimo.

El virus ocasiona la disociación entre investigadores y ginecólogos. Los primeros, que sí han estudiado pormenorizadamente las características de la infección, explican y aclaran tópicos, como el sexual, que los galenos confunden.

En los organismos oficiales el VPH también genera enredos. En un principio, el programa nacional de Sida e Infecciones de Transmisión Sexual del Ministerio de Salud y Desarrollo Social, el cual se encarga de llevar las cifras de la incidencia de la infección en la población venezolana, contradictoriamente, agrupa en dos categorías la patología: una identificada como VPH y otra como Condiloma.

Los números oficiales son poco fidedignos y no reflejan la verdadera diseminación del VPH en Venezuela. Para el año 1996, se reportaron 3.826 casos entre hombres y mujeres. Si se calcula la relación porcentual con los 23.242.435 habitantes de Venezuela, según las cifras de la Oficina Central de Información y Estadística, supuestamente un 0,016% de la población padecería del virus.

Las cifras de 1999, del Ministerio de Salud y Desarrollo Social continúan siendo tímidas. Para ese año se registraron 4.841 casos, de los cuales 2.410 representaban al sexo femenino. Sin embargo, es alarmante que todos los ginecólogos entrevistados para este reportaje manifestaron que en sus consultas, el VPH es la causa primordial de las citas médicas, o en su defecto, un mal bastante común entre jóvenes pacientes.

Las cifras de 1997 de la Organización de Bienestar Estudiantil de la Universidad Central de Venezuela demuestran que al papiloma también le gustan los libros: en ese año, se detectó el virus a 141 estudiantes (10,7%) de un total de 1.312 universitarias (100%) que acudieron a este servicio.

En el mundo de la confusión reina el VPH. Los seguidores proclaman el aparente carácter inofensivo de este rey, quien conquista terrenos gracias al anonimato en que ha sido encubierto. Los más radicales, en cambio, de manera errónea asocian la infección por VPH directamente con cáncer de cuello uterino. La dinastía del virus es causa de un oculto caos en Venezuela.