Introducción
Las
enfermedades causadas por amebas de vida libre en humanos han sido reconocidas
por más de 35 años, cuando Malcolm Fowler y Rodney F. Carter reportaron
los primeros cuatro casos humanos de meningoencefalitis producidas por estos
microorganismos (1). Sin embargo, son identificadas cada vez con más
frecuencia, no sólo como causantes de enfermedad en inmunosuprimidos,
sino también en huéspedes sanos, por lo que podrían considerarse
entre las llamadas enfermedades emergentes, y por lo tanto, son de mucho interés,
no sólo para el médico generalista, sino también para el
especialista y, como veremos más adelante debido a la frecuencia de lesiones
dérmicas y nasales, muy especialmente para el otorrinolaringólogo.
Las amebas de vida libre se denominan de esa manera porque, aunque son capaces de vivir como parasitos también pueden hacerlo como organismos de vida libre. Ellas pertenecen a la superclase Rhizopodea, existiendo 3 géneros de amebas de vida libre asociadas a enfermedad en humanos: Naegleria, Acanthamoeba y la más recientemente identificada Balamuthia (antes conocida como Leptomyxid). Aunque diversas especies pertenecientes al género Acanthamoeba son capaces de producir enfermedad (A. castellanii, A. culbertsoni, A. polyphaga, etc.) sólo una especie de cada una de los otros dos géneros: Naegleria fowlery en el género Naegleria y Balamuthia Mandrillaris, en el género Balamuthia han sido identificadas como causantes de enfermedad en humanos (2, 3).
Ecología
Las amebas de vida libre
del género Naegleria y Acanthamoeba han sido identificadas
en distribuciones amplias alrededor del mundo, y se han aislado de diversos
materiales tales como: agua de río, piscinas, tierra, agua mineral, unidades
de aire acondicionado, equipos de diálisis, lentes de contactos e incluso
de las secreciones nasales y exudados faríngeos de pacientes con enfermedades
respiratorias, pero también de pacientes sanos (4). Acanthamoeba spp.
ha sido aislada igualmente de medios de cultivos bacterianos, fúngicos
y de células mamarias y se ha determinado que pueden contener Legionellas
y mycobacterias en su interior(5).
Balamuthia, por su
parte, no ha sido aislada del medio ambiente y sólo se ha identificado
en especímenes de biopsias o autopsias (3,6).