Anatomía y fisiología

El peritoneo es una membrana semipermeable que reviste la cavidad abdominal. Está constituido por una única capa de células mesoteliales que descansan sobre un tejido conectivo laxo. En el interior de la cavidad peritoneal se encuentran unos pocos mililitros de líquido seroso, que mantiene húmeda la superficie de los órganos intraperitoneales y permite su deslizamiento. El peritoneo se puede dividir en parietal y visceral. El peritoneo parietal limita la cavidad peritoneal al revestir las paredes abdominales anterior, lateral y posterior, la cara inferior del diafragma y la pelvis. Sus reflexiones, a partir de la pared abdominal posterior, dan origen al peritoneo visceral, que forma los mesos y cubre la superficie de los órganos intraperitoneales. Estas reflexiones anclan los órganos intraperitoneales al tejido conjuntivo retroperitoneal y sirven de acceso a los vasos sanguíneos, nervios y conductos linfáticos. El epiplón mayor se extiende desde la curvatura mayor del estómago hacia abajo, por delante del colon transverso, con el que se fusiona y cubre las asas intestinales. El epiplón menor o gastrohepático une la curvatura menor gástrica al hígado, y delimita la cara anterior del orificio epiploico o hiato de Winslow, que comunica la transcavidad de los epiplones con la gran cavidad peritoneal.

El peritoneo funciona como una membrana semipermeable que permite la difusión pasiva bidireccional de líquidos y solutos. La importancia clínica de este intercambio se pone de manifiesto en la diálisis peritoneal y en las peritonitis, en las que se puede producir un desplazamiento masivo de líquidos que conduce a la depleción del volumen vascular con hipotensión e incluso shock. El peritoneo responde a la invasión bacteriana con una secuencia de acontecimientos destinados a limitar la agresión y destruir los gérmenes. Probablemente, el aclaramiento bacteriano por el sistema linfático diafragmático es la primera línea de defensa que puede volverse nociva si, en casos de contaminación masiva, drena grandes cantidades de bacterias y endotoxinas a la circulación sistémica. Una segunda línea está constituida por los mecanismos inmunológicos humorales y celulares que se ponen en marcha dentro de la cavidad peritoneal. La activación del sistema del complemento y de los macrófagos por bacterias y endotoxinas, la atracción de polimorfonucleares ejercida por el complemento activado y otros mediadores y la identificación de las bacterias como elementos extraños por la acción de las opsoninas (complemento, globulinas, fibronectina), facilitan la lisis, la fagocitosis y la destrucción bacteriana. Finalmente, la acción defensiva se completa con la localización de la infección. La respuesta inflamatoria produce liberación de histamina y de otras aminas vasoactivas que ocasionan aumento de la permeabilidad vascular con extravasación de fibrinógeno. La formación de mallas de fibrina a partir del fibrinógeno, permite el atrapamiento de bacterias y el desarrollo posterior de adherencias que, junto con la migración del epiplón y de otras vísceras vecinas, tienden a limitar la infección y prevenir su extensión hacia otras zonas.