Un hombre polifacético
8
de julio de 1835. José María Vargas, Presidente de la República
de Venezuela, se encuentra en su casa detenido, imposibilitado de salir y de
recibir cualquier tipo de visita. ¿La razón? Un movimiento denominado
"Revolución de las Reformas", cuyo principal objetivo es lograr
la renuncia de este personaje para restituir el dominio absoluto de los militares,
privilegio ejercido por ellos hasta su llegada al poder. ¿Los organizadores?
Santiago Mariño, Diego Ibarra, Pedro Briceño Méndez, José
Tadeo Monagas... todos, hombres que dedicaron gran parte de sus vidas a la lucha
por la independencia del país, primero de España, luego de la
Gran Colombia.
Pedro Carujo, uno de los
alzados, es quien trata de convencer al detenido sobre la inutilidad de mantenerse
en el cargo y sobre el inminente triunfo de este nuevo alzamiento:
-¡Señor Doctor! - grita Carujo- el mundo es de los valientes.
-¡Señor Carujo! - replica Vargas- el mundo es del hombre justo
y honrado. (19)
Éste ha sido uno de los pasajes más reseñados en la biografía de una figura destacada no sólo por haber sido el primer Jefe de Estado civil, en una Venezuela que apenas nacía como nación independiente y autónoma. Su labor como médico, como investigador y como educador, dejó en el campo de las ciencias una huella que hace imborrable su memoria.
Sabiduría y prudencia parecen haber sido las cualidades más constantes en la vida de este venezolano nacido en la Guiara el 10 de marzo de 1786 y fallecido en Nueva York el 13 de julio de 1854. Sin embargo, son diversas las ópticas que sus más destacados historiadores han ofrecido de su personalidad y de los motivos que tuvo para llevar a cabo cada las diversas acciones que lo colocaron en un sitial importante dentro de la historia venezolana.
Por un lado, tenemos autores de la talla de Laureano Villanueva, Andrés Eloy Blanco, Mario Briceño Iragorry y Augusto Márquez Cañizales, entre otras personalidades sobresalientes en el mundo de la cultura nacional, quienes insisten en reseñar a un Vargas, senil, anticuado, de andar lento y de vestimenta pasada de moda. Por otra parte, están aquellos que, como Angel Grisanti, nos ofrecen una visión más enérgica y atlética, refiriéndose a un hombre que disfrutó del ejercicio, con tenía buen sentido del vestir y que gozaba tanto de los placeres proporcionados por el estudio y el conocimiento, como de los obtenidos por el baile, el licor y las mujeres.
¿Contradictorias ambas perspectivas? Tal vez no. Quizá José María Vargas tenía un poco de ambas. Este hecho, lejos de minimizar su valor como eminente figura de las ciencias, acentúa mas bien su carácter humano y real.
En lo que sí están de acuerdo quienes se han dedicado a estudiar a fondo la obra y vida de este personaje, es en los valiosos aportes realizados por él en áreas tan diversas como la medicina, la botánica, la química, en el rectorado de la Universidad de Caracas, en la Presidencia de la República y en la Dirección de Instrucción Pública, entre otros cargos y roles ejercidos por él a lo largo de su existencia.
No en vano, varios fueron los reconocimientos y menciones honoríficas obtenidas en agradecimiento a sus servicios prestados. Entre ellos, Angel Grisanti destaca los siguientes: "Fundador de los Estudios de las Ciencias Médicas en la Universidad Central", "Regenerador y constante protector de la Ciencia", "Catedrático de Mérito Eminente", "Eminente Ciudadano" y "Padre y Fundador de los estudios de Química de Venezuela". (8)
Hoy en día, la relevancia de su labor se recuerda gracias a una cantidad de instituciones y espacios públicos, los cuales llevan su nombre y han erigido un busto en su honor. Entre ellos pueden ser mencionados : la Universidad "José María Vargas", el Hospital "José María Vargas", la Escuela de Medicina de la Universidad Central de Venezuela (UCV) " José María Vargas" y el Complejo Cultural "José María Vargas" ubicado en la Guaira, ciudad perteneciente al recientemente nombrado "Estado Vargas". De esta manera, se ha logrado mantener vigente la memoria de un ilustre personaje que supo colocar su sabiduría al servicio de un país.