Clasificación

La clasificación de la Hepatitis autoinmune en diferentes tipos (tabla 5), se basa en el patrón de autoanticuerpos circulantes (12). Si bien se han descrito originalmente 3 tipos (I-II-III), actualmente se duda que el tipo III sea distinto del tipo I. Es conveniente hacer notar que el Grupo Internacional de Estudio de la Hepatitis Autoinmune (5,6), ha recomendado que hasta tanto no se conozcan bien los mecanismos etiopatogénicos involucrados, es preferible evitar la clasificación. Por otro lado, la conducta terapéutica es igual para cualquiera de los tipos.

El tipo I constituido por la hepatitis autoinmune clásica, se caracteriza por la presencia de anticuerpos circulantes antinucleares (antígeno blanco: membrana nuclear) y/o anti-músculo liso (antígeno blanco: actina), un porcentaje pequeño - < 20% - tienen también anticuerpos antimitocondriales.

El tipo II carece de antinucleares o anti músculo liso anticuerpos y presenta anticuerpos anti microsomales hígado-riñón: anti-LKM-1 (antígeno: P450IID6). Se presenta en edades más tempranas incluyendo niños, especialmente del sexo femenino con cuadros clínicos más severos, siendo de mayor prevalencia en los países europeos.

El tipo III presenta anticuerpos contra antígeno hepático soluble: anti-SLA (antígeno: citokeratinas 8 y 18), en ausencia de antinucleares y anti músculo liso. Sin embargo, actualmente se cuestiona la existencia de este subgrupo, pues se considera que el anti-SLA está presente en pacientes con hepatitis autonimune tipo I y constituye un marcador útil y específico de esta entidad (13). Por otro lado, los pacientes clasificados como hepatitis autoinmune tipo I y III comparten la mayoría de las características clínicas, bioquímicas, histológicas, el pronóstico y la respuesta al tratamiento inmunosupresor(14).

Ha sido de interés el hecho que algunos de los pacientes con hepatitis autoinmune tipo II presentan anticuerpos dirigidos contra el virus de la hepatitis C. Se ha planteado la creación de dos subtipos. El II-A no tiene anticuerpos contra el virus C y posiblemente representa realmente una forma de hepatitis autoinmune; el II-B tiene anticuerpos contra virus C; además expresa autoanticuerpos anti-GOR y puede estar relacionado con Hepatitis Crónica C.

A fin de precisar la existencia o no de infección viral en el subtipo II-B, resulta necesario realizar pruebas complementarias como el ARN específico del virus C por PCR. En el grupo de pacientes en quienes se confirme la infección por virus C pudiera estar indicado el tratamiento con interferón, teniendo en cuenta los riesgos potenciales de tratar una hepatitis autoinmune con este medicamento inmunomodulador.