Autoanticuerpos

Los autoanticuerpos, circulantes utilizados comúnmente para el diagnóstico (antinucleares, anti-músculo liso, etc), no son órganos específicos y los antígenos a los cuales van dirigidos, están ubicados en el interior de las células; por lo tanto, no son normalmente accesibles. Por estos motivos, se considera que si bien constituyen marcadores, los cuales ayudan al diagnóstico, no son responsables de los mecanismos directamente involucrados en la necrosis hepatocelular. Debe también tenerse en cuenta que estos autoanticuerpos no se presentan exclusivamente en esta entidad, porque pueden ocurrir en diversas afecciones autoinmunes y otras hepatopatías. Hasta la tercera parte de los pacientes con hepatitis crónica viral B o C presentan anticuerpos antinucleares o anti-músculo liso, por lo general, en títulos bajos. Ninguno de los autoanticuerpos tienen valor para diagnosticar hepatitis autoinmune si no se correlacionan con la historia clínica, examen físico, laboratorio e histología compatibles en ausencia de otras etiologías.

Entre 70% a 80% de los pacientes con hepatitis autoinmune presentan títulos significativos de antinucleares (ANA), anti-músculo liso (SMA) o de ambos; 3 a 4 %, principalmente jóvenes de sexo femenino, tienen LKM-1; 20% de los pacientes no presentan ninguno de ellos (6). En este caso puede ayudar la determinación anti-antígeno soluble hepático (SLA) y de p-ANCA .

Los anticuerpos antinucleares en títulos superiores a 1/80 son marcadores útiles para esta afección. Sin embargo, no son específicos y se pueden presentar en otras patologías como lupus eritematoso sistémico y cirrosis biliar primaria. Los anticuerpos anti-músculo liso reaccionan contra la proteína F-actina del citoesqueleto y circulan en el suero en una variedad de desórdenes hepáticos y virales.Ttítulos > de 1/80 de la clase IgG son frecuentes en la hepatitis autoinmune generalmente asociados a ANA.

Los anticuerpos microsomales contra hígado-riñón (anti LKM-1) se presentan en la hepatitis autoinmune tipo II y no se encuentran en otras enfermedades autoinmunes. El antígeno al cual reaccionan estos anticuerpos forma parte del citocromo P450 (P450 IID6). No está claro si la respuesta inmunológica contra esta proteína citoplasmática puede originar daño tisular.

Otros anticuerpos que reaccionan contra componentes hepáticos pueden estar presentes y contribuir al diagnóstico y clasificación de la entidad. Entre los que reaccionan con componentes del citosol se encuentran: el anti-antígeno hepático soluble (SLA) y anticuerpos contra hígado, páncreas (LP); entre los que reaccionan contra componentes de la membrana celular el anticuerpo contra receptor hepático de la asialoglicoproteína (ASGP-R).

Estudios recientes destacan la importancia que tienen los anticuerpos anti antígeno soluble hepático (SLA) como marcadores específicos de hepatitis autoinmune. Se presentan en alrededor del 10-30% de pacientes con hepatitis autoinmune, con o sin anticuerpos antinucleares o anti músculo liso. Pueden identificar a un porcentaje de pacientes con hepatitis crónica criptogénica que en realidad sufren de hepatitis autoinmune y que responden al tratamiento inmunosupresor (7).

Los anticuerpos perinucleares anticitoplasma de neutrófilos (pANCA) fueron asociados, en un principio, con colangitis esclerosante primaria. Sin embargo, posteriormente se ha documentado títulos altos en el suero de hasta el 90% de pacientes con hepatitis autoinmune (8). Pueden ser útiles en el diagnóstico de pacientes seronegativos para los marcadores convencionales, su presencia en hepatitis autoinmune se ha correlacionado con evolución más severa y mayor tendencia a recurrir (9).

Los anticuerpos antimitocondriales son característicos de cirrosis biliar primaria, pero pueden estar presente en un grupo minoritario de pacientes con hepatitis autoinmune.

Uso clínico de los autoanticuerpos

El uso apropiado de los autoanticuerpos ha sido analizado en un artículo de A. Czaja, donde en forma didáctica establece "los diez mandamientos" (4). 1.- No son patogénicos; 2- No son patognomónicos; 3- Los hallazgos inmunoserológicos deben evaluarse a la luz de los hallazgos clínicos; 4.- La seropositividad es más importante que los títulos; 5- Los títulos pueden fluctuar y nuevos autoanticuerpos pueden aparecer; 6- No son útiles para evaluar actividad de la enfermedad o respuesta al tratamiento; 7- La seropositividad puede estar demorada y no estar presente al comienzo del proceso; 8- Los anticuerpos antinucleares y anti-músculo liso comúnmente desaparecen y reaparecen; 9- Constituyen elementos diagnóstico de rutina en todo paciente con enfermedad hepática de origen desconocido; 10- La batería estándar de autoanticuerpos esta conformada por: antinucleares, anti-músculo liso, antimitocondriales, anti LKM1 y pANCA (10). Recientemente, se ha señalado la conveniencia de incorporar el anticuerpo anti antígeno soluble hepático (SLA), sobre todo cuando no se encuentran presentes los anteriores.