Aspectos
teóricos.
El concepto clínico de narcisismo
es uno de los más controversiales del psicoanálisis. El trato
que dió Freud al tema enfatizó la vertiente del desarrollo de
la líbido en una oscilación entre el autoerotismo y el amor
objetal. Sus manifestaciones fueron consideradas como componente
del instinto de auto-preservación (1914). Planteó que el
narcisismo inicial o primario, derivado del supuesto y sentido
estado de omnipotente perfección del infante, se canaliza en la
constitución del yo ideal. Al desarrollar la teoría estructural
(1923), el narcisismo secundario fue tratado como equivalente a
la identificación: podemos abandonar los objetos libidinales,
obtener autonomía, a costa de identificaciones (narcisistas) del
yo, las cuales son aceptadas por el ello como
substitutos de los objetos libidinales primarios. El desarrollo
de la líbido fue el pivote central en estas consideraciones.
El estado de bienestar derivado de la fusión con la madre simbiótica ideal (modelo del objeto todo bueno), es utilizado ulteriormente por el yo, para generar nostalgia, anhelo y eventual motivación a buscar la reproducción de este supuesto estado ideal durante toda la vida (Mahler y col., 1972). El proceso de separación - individuación implica en el fondo un duelo por la separación de la figura primordial. En salud, requiere de continuas identificaciones (narcisistas) las cuales enriquecen el mundo de representaciones internas, contribuyen con el sentido de identidad yoica, mantienen satisfacciones realistas de la auto estima, ligadas a demandas del superyo y del ideal del yo relativamente benévolas, despersonalizadas y realistas. Así, el estado de narcisismo inicial o primitivo, evoluciona en diverso grado de integración en todos los elementos de la personalidad.
Entre las corrientes contemporáneas han
destacado las directrices de Kohut y Kernberg. Para el primero
(Kohut, 1971) el narcisismo integra y da coherencia al self. En
los desórdenes narcisísticos del carácter, la estima
personal es muy lábil y el sujeto depende de insumos narcisistas
para mantener tanto la auto estima como la coherencia de su
sentimiento de cohesión del self. En los tratamientos
analíticos Kohut encontró que estos pacientes establecen de
manera espontánea (si la técnica no interfiere inadecuadamente)
dos modalidades fundamentales de transferencias. Una está
caracterizada por la constante búsqueda de aprobación,
aceptación y reafirmación por parte del terapeuta (mirror
transferences o transferencias especulares). La otra
modalidad corresponde a la de pacientes que buscan continuamente
la fusión con el terapeuta como reproducción de una imagen de
supuesta omnipotencia (transferencias idealizantes). Kohut no
encontró satisfactorias las teorías analíticas centradas en el
conflicto entre derivados de agresión y líbido para explicar la
patología de estos pacientes. Llegó a plantear una línea
separada del desarrollo del narcisismo normal, la cual, detenida
en sus vicisitudes por fallas de, y frustraciones ante los
objetos libidinales primarios, ocasionaba la falta de
consolidación del self, con el mantenimiento del sentido de
vulnerabilidad y fragilidad ante nuevas frustraciones o
situaciones de demanda.
Kernberg (1975) ha postulado una situación
diferente. Las fallas en los pacientes considerados como desórdenes
narcisísticos del carácter, no derivan de una detención en
el desarrollo del narcisismo (y aparición de estadios tempranos
de narcisismo normal) sino que corresponden a situaciones de
narcisismo patológico. Las representaciones de self-grandioso de
estos pacientes, normales etapas de desarrollo para Kohut,
resultan para Kernberg del depósito patológico de intereses en
estructuras anómalas del self, como defensa ante
representaciones cargadas de agresión, tanto de aspectos del
self mismo como de los objetos. Estas representaciones derivan de
traumas muy primitivos, amalgamamiento de fallas del desarrollo
estructural y conflictos complejos derivados necesariamente de
estas fallas.
La validez y el contraste de las concepciones de Kohut y de Kernberg, tanto al nivel clínico como teórico, han servido de base para una de las más importantes controversias del psicoanálisis contemporáneo. Tanto la importancia de los trastornos narcisísticos, como la frecuencia con la cual tenemos que tratar problemas ligados al narcisismo en casi todos los casos analíticos, han fomentado el interés de los autores en profundizar sobre los aspectos teóricos y clínicos en torno al narcisismo.
Rothstein (1984) contribuyó
importantemente al tema al ubicar su descripción teórica y
clínica desde vertientes distintas. Planteó que, en el fondo,
el narcisismo no se desarrolla, no es enfermo o sano, sino que
corresponde a un sistema importante de fantasías. Estas son
finalmente manejadas e integradas por el yo, sano o enfermo. Las
patologías o manifestaciones del narcisismo resultan así de la
patología del yo. Clínicamente las manifestaciones del
narcisismo orbitan alrededor de una fantasía central: la idea de
perfección.
La fantasía (sentida y vivida
intensamente) de perfección deriva de la experiencia de fusión
con el objeto primario. Las vicisitudes del proceso de
separación-individuación resultan cruciales para la
estructuración definitiva de la personalidad. De manera muy
esquemática, las estructuras psicóticas no logran solventar el
proceso; mantienen en el fondo un sistema derivado del profundo
sentimiento y la necesidad de la fusión con el objeto primario.
Las estructuras de tipo limítrofe o borderline logran atravesar
el proceso de separación - individuación de manera patológica.
No logran un claro sentido de separación y de identidad estable
y autónomo, a la par que retienen un alto potencial de
regresión a estadios previos, fusionales, en especial cuando
confrontan situaciones demandantes, angustiosas o de stress.
Los casos de configuración neurótica de la personalidad, han
logrado en general un satisfactorio proceso de separación -
individuación, mantienen un sentido de identidad yoica y de
cohesión del self relativamente estables y el potencial para la
regresión automática y defensiva a estadios de fusión está
sustancialmente limitado.