Una historia,
cuatro etapas distintas
Conversar con Manuel Matute es realizar un viaje en el tiempo. Esto, no sólo
por ser una de las figuras más insignes y preponderantes de la psiquiatría
en Venezuela, sino también por poseer una envidiable capacidad para
recordar, con exactitud y precisión, fechas, nombres y lugares. Además
de su impresionante memoria, el Dr. Matute está dotado de evidentes
cualidades narrativas. A manera de “cuenta – cuentos”, va
llevando de la mano a sus oyentes por los enrevesados caminos del nacimiento
y desarrollo de esta especialidad médica en nuestro país. ¿El
resultado de semejante experiencia? Una vivencia altamente enriquecedora,
pero sobretodo, aleccionadora.
Para este personaje, egresado de la Universidad de Salamanca (España), la historia de dicha profesión puede ser estructurada en cuatro etapas, a su juicio, bien claras y delimitadas. La primera se ubica entre los años 1874 y 1924, donde el retraso cultural, la escasez de recursos, la precariedad de los métodos, la ausencia de personal debidamente preparado y muchas otras carencias, caracterizaron los comienzos de la práctica psiquiátrica en suelo venezolano.
La segunda fase abarca los años 1924 y 1936, en los cuales el Hospital Psiquiátrico de Caracas – fundado a finales del siglo XX, en el año 1892 – experimentó una serie de mejoras que le dieron al ejercicio de la psiquiatría nacional un rostro más humano y acorde a las corrientes mundiales.
El tercer momento de relevancia ocurre entre 1936 y 1942, cuando dicho centro de salud vive lo que pudiera denominarse “su época dorada” y toda una generación de jóvenes médicos, ya graduados y con una amplia formación académica / especializada, obtenida en el exterior, entra en escena dejando profundas huellas en la ruta seguida por esta rama de la medicina. A manera de ejemplo, pueden mencionarse los siguientes nombres: Ricardo Álvarez, Francisco Herrera Guerrero, Guillermo Aranda, Rafael Vegas y Raúl Ramos Calles, entre otros.
La cuarta etapa, que abarca desde el año 1942 hasta finales de los 80, aproximadamente, también está marcada por la presencia de una serie de hechos de gran relevancia para esta especialidad. En ese período se funda la Sociedad Venezolana de Psiquiatría (SVP) (1942), aparecen los Archivos Venezolanos de Psiquiatría y Neurología (1953), se inaugura el primer curso de postgrado de psiquiatría (1959), dictado en la Universidad Central de Venezuela y se crea el servicio de psiquiatría en un hospital general, el “José María Vargas” (1960). También se realiza el “Primer Congreso Latinoamericano de Psiquiatría” (1961), se crean otros cursos de postgrados en universidades del interior como la Universidad del Zulia (LUZ) y la Universidad de Los Andes (ULA) y se fundan los capítulos de la SVP en distintas regiones del país. Además, se dan los primeros pasos concretos para el surgimiento de la psiquiatría infantil como especialidad (años 80).
Si bien estos cuatro períodos tuvieron lugar en contextos históricos muy diferentes entre sí y comprendieron acontecimientos igualmente distintos, existe un elemento común que permite unirlos de manera lamentablemente indisoluble: en cada uno de estos momentos, la práctica psiquiátrica – y todo lo vinculado a la salud mental del venezolano – casi siempre fue considerada como un elemento de poca importancia, hecho que a juicio de este psiquiatra y profesor universitario ha sido muy desacertado. “¡Claro que tiene predominio la salud mental! Ella es por excelencia la que contribuye a mantener en una población un sistema de comunicación, de relación…Están pensándolo muy mal los que sospechan y creen que ésa es una cuestión de segundo orden”, puntualizó.
Los tiempos actuales no son una excepción y esto el Dr. Matute lo reconoce con preocupación y tristeza. A su parecer, el deterioro de las instalaciones, la escasez de recursos (nuevamente), las constantes dificultades presupuestarias y la incertidumbre política y socio – económica que permanece latente en el país desde hace varios años, oscurece el futuro de una profesión que desde sus primeros años de existencia parece haberse batido constantemente entre la indecisión y la incapacidad para actuar de manera rápida, eficaz y oportuna.