La evidencia científica
En 1965 J. Altman y col. demostraron la existencia de neurogénesis en ratas y cobayos adultos mediante autorradiografía y evidencia histológica;1,9,10 sin embargo, este descubrimiento no tuvo la trascendencia esperada, y sus resultados solo fueron tomados en cuenta cuando Nottebohm, en 1983, demostró la existencia de neurogénesis en aves11 y, en 1985, que estas células eran funcionales (capaces de establecer conexiones y transmitir señales nerviosas).12,13
El hipocampo es la porción más interna de la corteza del lóbulo temporal, que se pliega primero hacia dentro y bajo el cerebro, y después hacia arriba, hacia la superficie inferior del ventrículo lateral3 formando su piso (Figura 1), y es la estructura que se encarga de la formación de memoria explícita a largo plazo3. Esto gracias a que establece conexiones directas o indirectas con todas las porciones del encéfalo, recibiendo así los estímulos que entran, los resultados de su procesamiento cortical e inclusive, el componente emocional que el individuo les asigna.
Gerd Kempermann y col. en 1997,14 al experimentar con cuatro especies de ratas de uso común en el laboratorio demostraron que el aspecto genético influye en la neurogénesis en las zonas subventricular y subgranular del hipocampo, Estos investigadores encontraron diferencias entre las especies en relación con: proliferación, supervivencia y conteo total de células y volumen del giro dentado.
En 1998, G. Kempermann et al. también lograron demostrar que la neurogénesis hipocampal, aunque decrece con la edad, se mantiene en condiciones fisiológicas en ratones viejos y que además, podía ser incrementada por un ambiente rico en estímulos.15 Estos hallazgos llevan a pensar que la neurogénesis podría ser una de las bases fisiológicas (junto con la plasticidad sináptica16,17,18 y la Potenciación a Largo Plazo19) de la memoria y el aprendizaje. En base a estas evidencias, E. Gould et al. establecieron una relación directa entre el aprendizaje y la neurogénesis,20,21 para lo cual experimentaron con dos poblaciones de ratas sometidas a distintos tipos de aprendizaje, demostrando que luego de este proceso se incrementa el número de neuronas proliferantes maduras e inmaduras en el giro dentado del hipocampo y que, de estas neuronas sobrevive un número mayor en comparación con el grupo control. También, G. Kempermann, determinó que las experiencias sensoriales y la interacción social estimulan la proliferación neuronal en el hipocampo de ratas adultas.22
En 1998 E. Gould et al. establecieron una relación directa entre el stress y la inhibición de la neurogénesis hipocampal en monos adulto23 y en 1999 demostraron la existencia de nuevas neuronas en áreas cerebrales de asociación del neocórtex prefrontal y temporal de macacos adultos.24 Se demostró que las neuronas eran generadas en la zona subventricular y que migraban a través de la sustancia blanca (tal como en el período embrionario) hasta llegar a las áreas neocorticales mencionadas, para allí diferenciarse en neuronas maduras. Otra conclusión interesante de este estudio es que la adición de neuronas corticales proporciona una fuente continua de células de diferentes edades que pueden formar la base para la dimensión temporal de la memoria. Estas investigaciones demuestran que el aprendizaje, la práctica y la repetición son actividades que parecen estar ligadas no sólo al desarrollo de nuevas neuronas, sino también al mantenimiento de su salud, funcionalidad y a prolongar su tiempo de vida,21 y que el stress influye negativamente en este aspecto. Otros estudios parecen demostrar relación entre los niveles de neurotrofinas y la proliferación neuronal; uno de los más recientes demostró que la restricción dietética aumenta los niveles del Factor de Crecimiento Derivado del Cerebro (BDNF) y de Neurotrofina-3 (NT-3) a la vez que aumenta el número de células neogeneradas en el giro dentado del hipocampo, aparentemente por incremento de la supervivencia,25 y existen varios estudios que demuestran que las células “madre” proliferan en respuesta a ciertas neurotrofinas.26
Así mismo, P. Ericksson y F. Gage27 hicieron el descubrimiento que más ha trastornado la neurofisiología médica, al demostrar la existencia de neurogénesis en la zona granular del hipocampo de humanos adultos, y que estas neuronas surgen a partir de células “madre” indiferenciadas situadas en el giro dentado y el hilus del hipocampo. Algo impresionante con respecto a este estudio, es que fue realizado en pacientes entre 57 y 62 años con carcinoma de la lengua, faringe o laringe y que estaban sometidos a factores que inhiben la neurogénesis (stress, perturbación de las funciones corporales y edad avanzada ).1,24,2 Aunque no se demostró si estas células eran funcionales,1,24,2 probablemente si lo son, al igual que en ratas y otros animales. De esta manera, se concluyó que la neurogénesis ocurre durante toda la vida, y además, que estas neuronas neoformadas sobreviven por años.2 Así, este estudio demuestra que a pesar de la presencia de factores que influyen negativamente en la neurogénesis (stress y envejecimiento) ésta puede evidenciarse en humanos, y nos hace pensar en la manera en que ocurriría en ausencia de dichos factores y en si es o no un proceso fisiológico. Esta investigación cambió totalmente la neurofisiología, planteando nuevas hipótesis acerca de procesos mentales como memoria y aprendizaje y abriendo nuevos panoramas de investigación en neurociencias. Este experimento también concluyó que durante la neurogénesis en hipocampo de humanos adultos, las células neogeneradas son neuronas y astrocitos27 y recientemente F. Gage descubrió que los astrocitos ya diferenciados son capaces de regular la neurogénesis al indicarle a las células “madre” indiferenciadas si deben convertirse en neuronas o en astrocitos y, más tarde, regulan la formación de sinapsis y la transmisión entre las células neurales generadas.28 F. Gage y su equipo también demostraron de manera definitiva la funcionalidad de las neuronas neogeneradas en hipocampo de ratones.29