Terapia de bacteriófagos


El descubrimiento de los bacteriófagos hace más de 82 años, produjo un gran entusiasmo para su uso en profilaxis y terapia de enfermedades bacterianas. Sin embargo, el entusiasmo exagerado fue sustituido rápidamente por la desilusión, y muchos ensayos fueron simplemente olvidados al descubrirse los antibióticos. Por lo tanto, aunque los bacteriófagos han contribuido enormemente a nuestra comprensión de la genética y biología bacterial y viral, su uso en la terapia de enfermedades bacterianas ha sido nulo. En los años 80s un grupo demostró que tanto la profilaxis como el tratamiento de la infección con E. coli en animales de granja, era posible usando fagos en números menores que el inóculo bacteriano, indicando una rápida multiplicación de los fagos in vivo. El tratamiento de los animales infectados con fagos era generalmente más efectivo que el uso de antibióticos, incluyendo estreptomicina, tetraciclina, ampicilina y trimetropin/sulfafurazol. Las mutantes resistentes de la bacteria que emergen después del tratamiento eran no-cápsulados, y por lo tanto de considerable menor virulencia. En vista de los exitosos resultados obtenidos por en este trabajo, se empezó a estudiar el uso de terapia de fagos en infecciones bacterianas resistentes a antibióticos en humanos, especialmente en pacientes con heridas causadas por quemaduras. Un trabajo demostró que la destrucción de los injertos de piel de cerdo utilizados en el tratamiento de las quemaduras, por infección con P. aeruginosa, disminuía considerablemente cuando se aplicaba el fago. Una de las ventajas de los bacteriófagos en relación con los antibióticos resulta de su capacidad de replicarse, lo cual permite que una única dosis de fagos pueda ser suficiente para erradicar una infección, y aquellos fagos que no actúen sobre la infección, no podrán replicarse, por lo que su dosis será baja, permitiendo esto el uso de terapias combinadas. Otras ventajas incluyen, la especificidad de los fagos, su capacidad de atravesar la barrera sangre-cerebro, y el que los fagos, hasta donde se sabe, no son tóxicos. Una desventaja es que es muy probable que los fagos sean atacados por el sistema inmune, por lo cual las rondas sucesivas de tratamiento con fagos tenderán a ser menos eficientes, sin embargo es probable que este tipo de terapia sea usada para enfermedades en las cuales las infecciones agudas repetidas sean poco probables. Quizás una de las principales objeciones al uso de los fagos como terapia para enfermedades infecciosas, es lo limitado de su rango de acción. Esto podría ser un problema cuando empiecen a surgir cepas resistentes. Sin embargo, la flexibilidad del material fágico, hace suponer que sería relativamente sencillo adaptar el fago a la nueva cepa. En cualquier caso, las cepas responsables de un brote epidémico son generalmente clonales. Algunos fagos no causan la lisis de las células, sino que se insertan en el cromosoma, estos deberían ser evitados. En el caso de algunas infecciones, las bacterias viven principalmente en le interior celular, y por lo tanto es poco probable que estas terapias sean eficientes para el tratamiento de este tipo de infecciones. En términos generales la terapia con fagos tiene muchas probabilidades de ser exitosa siempre que existan las condiciones que favorezcan la interacción del fago con la bacteria blanco, y su rápida dispersión y replicación.20