La regresión y la defensa (1926)
Para este momento ya Freud había plasmado
su segunda tópica, el punto de vista estructural del aparato
psíquico, en su obra El Yo y El Ello (1923). Allí define al yo
como "la estructura coherente de la personalidad" y en
Inhibición, Síntoma y Angustia (1926) da un paso adelante al
considerar que el yo siente angustia (la angustia señal) frente
a situaciones de peligro internas (exigencias pulsionales), y
como respuesta el yo implementa los mecanismos de defensa. DEFENSA
es la "designación general de todas las técnicas de que el
yo se vale en sus conflictos que eventualmente llevan a la
neurosis", mientras que la regresión, al igual que la
represión, es uno de esos métodos de defensa. Formas
particulares de defensa se relacionan con determinados cuadros
psicopatológicos, como es el caso de la represión y la
histeria.
Para el autor, la regresión no aparece en la histeria de conversión. Si se encuentra en las fobias. En el caso Juanito la regresión explica como una moción tierna pasiva es degradada a la representación de ser mordido por el padre. En el agorafóbico se aprecia la regresión temporal, en la conducta de poder andar por la calle si se es acompañado, como si se tratara de un niño pequeño.
El estudio de la neurosis obsesiva en esa última obra, más las consideraciones sobre las dos clases de pulsión desarrolladas en Más Allá del Principio del Placer (1920), le lleva a considerar que en la regresión ocurre una desmezcla de las pulsiones de vida y muerte, la separación de los componentes eróticos que al comienzo de la etapa fálica se habían unido a las tendencias destructivas de la fase anal. Esta desmezcla de pulsiones explica que en la etapa de latencia, el superyó se vuelva "particularmente severo y desamorado" y el yo, aplastado por la conciencia moral, desarrolla, en forma más acentuada, formaciones reactivas como la compasión y la limpieza.
Ahora bien, Freud no se refiere específicamente en los artículos subsiguientes a los trastornos psicopatológicos más graves y regresivos como las psicosis, trastornos de la personalidad (borderline) o las adicciones. Posiblemente influyó el considerar que estos cuadros no eran susceptibles de ser tratados psicoanalíticamente y que en su etapa final estuvo más interesado en reflexionar sobre las limitaciones del análisis desde un punto de vista teórico. Pero, las referencias subsiguientes al masoquismo y a las neurosis graves explican las regresiones más severas de casos como la esquizofrenia catatónica o el derrumbamiento progresivo de una personalidad como podemos observar, en ocasiones, durante el curso de un tratamiento, o que nos es trasmitido en obras literarias.
En Análisis Terminable e Interminable (1937), el estudio de las diferencias yoicas que se constituyen en fuentes de resistencia a la cura analítica e impiden el éxito terapeútico, le lleva a considerar la distribución, mezcla y desmezcla de las dos pulsiones primordiales "cosas estas que no se deben representar limitadas a una sola provincia del aparato anímico (ello, yo o superyó)". Los fenómenos del masoquismo, la reacción terapéutica negativa y la conciencia de culpa de los neuróticos reflejan la presencia de "la pulsión de agresión o destrucción, derivada de la pulsión de muerte originaria, propia de la materia inanimada"........"sólo la acción eficaz conjugada y contraria de las dos pulsiones primordiales, Eros y pulsión de muerte, explica la variedad de los fenómenos vitales, nunca una sola de ellas".
En uno de sus últimos trabajos, Esquema de
Psicoanálisis (1938), Freud revisa dos factores inconscientes,
que no parten del yo y son fuente de resistencia al trabajo
analítico en aquellas personas con una gran "necesidad de
estar enfermos o de padecer". Uno de estos factores es el
sentimiento de culpa o conciencia de culpa, el cual se
corresponde con un superyó duro y cruel. El paciente no debe
sanar; si mejora del sufrimiento neurótico aparece una
enfermedad somática grave; se cura o mejora de una neurosis
grave ante una desgracia. Debe sufrir de cualquier manera. El
otro factor es la desmezcla de pulsiones que lleva a la
liberación de la pulsión de muerte vuelta hacia dentro y que
empuja a estas personas a dañarse y destruirse a sí mismas,
como en el caso del suicidio, y a no tolerar ser ayudadas por el
tratamiento psicoanalítico.
Hemos visto en esta parte final la íntima relación que existe entre la regresión, la desmezcla de pulsiones con el predominio de la pulsión de muerte como se aprecia en el masoquismo, y la reacción terapeútica negativa, la resistencia a la posibilidad de progresar más intensa que encontramos en la práctica psicoanalítica.