Introducción
La vida académico-científica, como la de cualquier
otro grupo humano, está regida por una serie de normas y
convenciones que articulan su funcionamiento interno. Los
científicos y profesores, también como cualquier otro grupo
humano, tienen sus ritos iniciáticos y de promoción interna,
sus propios mecanismos de aceptación, movilidad y meritoriaje.
Aunque nos gusta pensar que todas nuestras normas tienen un
origen racional, lo cierto es que muchas de ellas son fruto de la
convención o del prejuicio; aunque nos gusta pensar que somos
una comunidad abierta al cambio, lo cierto es que muchos de
nuestros comportamientos revelan lo contrario: una tendencia
conservadora ante los cambios. Los sociólogos e historiadores de
la ciencia han dejado al descubierto muchas de estas
circunstancias. Lejos de considerarnos como en ocasiones
tendemos a vernos como un grupo liberado de las miserias
humanas a las que se ven sometidos otros grupos humanos por
nuestra búsqueda de la verdad, sociólogos e
historiadores nos muestran como un grupo humano en el que, al
igual que el resto, los intereses humanos, demasiado
humanos afloran con igual frecuencia.
Uno de los elementos clave en la vida académica la de los docentes e investigadores es la publicación de los resultados de su trabajo. Podemos decir sin demasiadas reservas que una gran parte de la vida académica está condicionada por la publicación. Los profesores son evaluados conforme a su volumen de publicación. Cada año se les piden cuentas de lo que han publicado y de dónde lo han hecho. Estos datos son esenciales para su desarrollo y promoción en el interior de su grupo. Del resultado obtenido dependen muchos factores: la percepción de emolumentos, la construcción de un curriculum académico que permita su promoción, la concesión de ayudas para proyectos, la concesión de becas a sus doctorandos, etc. La situación se expresa de forma aforística en esa famosa frase acuñada por las universidades americanas: "publica o muere". No podría expresarse de forma más contundente.
Este papel principal de las publicaciones en el escenario académico hace, como era de esperar, que éstas se constituyan en una forma de control del flujo humano. El crecimiento espectacular del grupo científico en los últimos cincuenta años en casi todo el mundo ha hecho que los mecanismos de control internos se hagan más selectivos. La comunidad académica es un grupo jerárquico con sus propios mecanismos internos de poder. Uno de sus métodos más efectivos es el control de las publicaciones dentro de las diferentes especialidades.