Editor
Daniel Masys
Prólogo
La ficha de laboratorio y los registros clínicos perdidos siempre se
han visto como frustraciones de la práctica médica. Las bromas
sobre la pésima caligrafía de los doctores son parte de la cultura
popular. Frecuentemente, los libros de texto no están a la mano, las
revistas no están en los estantes y las muestras de rayos X parecen estar
mal archivadas. Esto, efectivamente, es lo inevitable en los sistemas donde
la información es almacenada dependiendo de la consistencia logística
y humana.
La informática médica, la arremetida del mundo de la introducción,
el almacenamiento, transporte y acceso electrónico de contenidos relacionados
con la medicina, permitirá eliminar estas imprecisiones ¨inevitables¨
del mundo en vías de desaparición de la información médica
física. Con esta revolución será enorme el potencial para
mejorar la eficacia en la práctica clínica, disminuirán
los errores humanos y aumentará la calidad en el servicio médico.
La información médica electrónica también democratizará la medicina. El paciente que llega a una consulta con impresiones de su ficha médica no es algo insólito hoy en día. Cada vez es más común ver personas que contactan -o desean contactar -a sus doctores por e-mail. El papel del ¨cliente¨ de servicios de la salud puede no menos que ampliarse con la habilidad de conectarse en línea para chequear el desempeño de un hospital o las credenciales de un galeno.
Pero, ¿qué significa esto para los trabajadores de la salud? Como en toda revolución, habrá vencedores y perdedores: quienes se adapten exitosamente y aquellos, que por el contrario, no lo logren.
Daniel Masys, uno de los primeros pensadores y arquitecto conceptual del movimiento informático en medicina, analiza el aporte y las perspectivas futuras de los trabajadores de la salud en relación con los cambios que están en camino. Su descripción de las transformaciones estructurales venideras es respetable, así como sus sugerencias acerca de la evolución en los roles de los doctores y otros profesionales de la salud. Sugiere que recientes estadísticas documentadas sobre errores médicos son los gemidos finales de un sistema en decadencia.
Masys es el director de informática biomédica y profesor clínico de medicina asociado de la Universidad de California, San Diego. De 1986 a 1994 fue director del Centro Nacional Lister Hill para Comunicaciones Biomédicas de los Institutos Nacionales de Salud (Nacional Institute of Health, NIH, por sus siglas en inglés). Como director de dicho centro, fue además el principal diseñador del programa y primer director del Centro Nacional de Información Biotecnológica, fundado en 1987 para dar apoyo a las bases de datos sobre moléculas y los análisis computarizados.
Introducción
Si un profesional del siglo XIX viajara al siglo XXI no reconocería muchas de las herramientas del mundo moderno de los negocios, tales como e-mail, fax, ni estaciones de trabajo de microcomputadores. Por el contrario, se sentiría cómodo entre los estantes de una sala de registros médicos de un hospital.1 Sin embargo, hasta el personal médico han llegado los cambios colosales que se producen en el medio dentro del cual ofrecen sus servicios y en la base del conocimiento científico, sobre el que se sustentan las decisiones de atención médica.
En el presente trabajo se resumen las corrientes actuales en el uso de tecnologías de la información para dar soporte a los servicios de atención médica y se pretende vislumbrar el impacto que las corrientes en tecnología y ciencias de la vida tendrán sobre la futura composición de la fuerza laboral de la salud.
Los servicios médicos constituyen una actividad con un elevado nivel de manejo de información. Desde el punto de vista gerencial, la industria de la salud realiza sólo dos tipos de acciones: procesos para diagnósticos, terapias o prevención de enfermedades; y adquisición, uso, comunicación y almacenamiento de datos. Por esta razón, es lógico suponer que los cambios en la disponibilidad y ubicuidad de la información y tecnologías de la información como las computadoras e Internet, tienen efectos proporcionalmente grandes en las operaciones de atención médica. Por el contrario, el clásico registro no ha sido sino uno de los pequeños e insignificantes efectos de procesos administrativos como la facturación.
Mientras otras industrias, con una intensidad similar en el uso de información, dedican 10% a 15% de su capital y presupuestos operativos a las tecnologías de información, las organizaciones de atención médica destinan un promedio de 2% a 3%.2 Aún los registros realizados manualmente continúan siendo el soporte de los archivos, a pesar de los problemas suficientemente conocidos de legibilidad, accesibilidad y extrema facilidad para generar errores evitables.
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