Cuestión de Planificación

El desarrollo de la cirugía como especialidad en Venezuela se vio obstaculizada desde sus inicios por la ausencia de planificación, ya que, en principio, no se disponía de una coordinación o un ente como tal que se encargara de incentivar, promover y supervisar su desarrollo. Por otra parte, la formación de cirujanos, motor principal del progreso de la cirugía, se había visto mermada por una serie de factores de comienzos de siglo. De hecho, hasta fines de la centuria, la enseñanza de la cirugía había estado limitada a los conocimientos “simples” suministrados desde la cátedra y ejercicio de ella, y la formación de cirujanos dependía casi exclusivamente de la Escuela Médica de Caracas.

Cuenta el Dr. Miguel Zerpa que para 1955, cuando él estudiaba, “no existían como hoy en día los doctorados oficialmente, por lo cual, la única manera de que uno aprendiera cirugía era quedándose en el servicio de cirugía; uno comenzaba como asistente y luego como adjunto, ayudando diariamente a los doctores, quienes luego te permitían realizar algunas intervenciones, pero siempre bajo su supervisión, para evitar que uno cometiera errores”. Esto es vital en la carrera, ya que hay que recordar que el problema del aprendizaje en medicina “es el paciente, no uno”, y una operación mal realizada implica un post operatorio difícil, largo y poco satisfactorio, donde el paciente puede tardar años en recuperar su condición normal o incluso puede costarle la vida.

“Entonces, mediante este método impreciso ¿Cómo podría medirse en qué momento uno estaba listo para ejercer como cirujano o tener su propia clínica?” Era una cuestión difícil, puesto que hay que recordar que no había programas de enseñanza, reglamentos, teoría básica; en fin, se carecía de alguien que diera un sentido teórico. Lo que privaba era el “sentido práctico”, que estaba presente cuando se entraba al quirófano con los profesores, pero la teoría era muy pobre. De hecho, no existían, a diferencia de hoy día, materias como Cirugía y Fisiología, por ejemplo, y demás asignaturas relacionadas con el área quirúrgica. Así que la manera de “medir” era a través del número de intervenciones realizadas a lo largo de la carrera.

Comenta el Dr. Zerpa que inclusive existía un numero específico de operaciones que el cirujano debía realizar, motivo principal por el cual de un tiempo para acá se están tratando de reglamentar hasta cuatro años los estudios de postgrado, “porque muchas veces en tres años no se tiene el tiempo suficiente para que el individuo cumpla la programación del número de operaciones exigidas, que variaban entre 100 y 150 anuales, por lo cual el individuo debía estar entre las 300 y 500 intervenciones al finalizar los estudios”. Debido a la gran variedad de las operaciones, debían realizarse cierta cantidad de cirugías menores, otras tantas gástricas, otro porcentaje de auxiliares; lo cual es muy importante “debido a que cada operación tiene un grado distinto de complejidad: no es lo mismo operar de vesícula biliar que operar algún padecimiento del estómago”, por ejemplo. Finalmente, una vez cumplido el número de intervenciones exigidas y cumplido con el programa, la universidad hace entrega del certificado que te da el derecho de ejercer la cirugía dentro de la sociedad”.

En cuanto al rol ejercido por la universidad en el desarrollo de la cirugía, es de destacar que en principio ésta se limitaba a suministrar los conocimientos básicos y entregar un título, por lo cual la formación era deficiente. La universidad no se preocupaba por estimular a los alumnos a investigar o seguir cultivándose, razón por la cual aquellas personas verdaderamente interesadas en completar su instrucción, y que disponían de los medios financieros, viajaban al exterior en busca de medios científicos más adelantados. Uno de los destinos más visitados era Europa, ya que ofrecía el contexto idóneo para mejorar las condiciones de enseñanza en Venezuela, devolviendo después a destacadas figuras de la rama quirúrgica, como es el caso de Michelena, Acosta Ortiz y Razetti.

Si bien es cierto que personajes como Razzetti se destacaron y fueron parte importante para el desarrollo de la cirugía en Venezuela, el Dr. Zerpa considera que hubo un personaje que marcó la evolución de la rama quirúrgica venezolana: el Dr. Manuel Corachán García, un profesor español, que llegó a estas tierras como exiliado político luego de la guerra civil española. Este personaje fue acogido por la Cruz Roja Venezolana (Hospital Carlos J. Bello), donde el Dr. Zerpa desarrolló toda su carrera) y dio un vuelco, un giro a la cirugía, “porque cambió la mentalidad quirúrgica, la técnica y la manera”. “Puede considerarse la cirugía antes y después de Corachán, porque con él se aprendieron a utilizar los instrumentos de otra manera, variaron la técnicas y una gama de factores que hicieron que la cirugía se convirtiera en un verdadero arte”.

Antes de Manuel Corachán, la cirugía era básicamente influida por la escuela francesa y la alemana, (sobretodo la primera). De hecho, los primeros maestros venezolanos se formaron allá, como por ejemplo el doctor Pérez Carreño, formado en la escuela alemana. En cuanto al instrumental, “era un poco rudimentario, menos delicado. Corachán le dio fineza a la operación misma, le otorgó delicadeza”. Hay que mencionar un tema muy serio que afectaba para la época, y era la anestesia, que era bastante rudimentaria, por lo cual la gente moría en plena intervención, ya que el acto debía durar lo menos posible. Así, era considerado mejor cirujano aquel que realizara las intervenciones en menor tiempo.

El advenimiento de nuevos anestésicos hizo de la cirugía “un acto que pudiera prolongarse, en el cual se cuidaran los detalles, que son los que finalmente hacen que la evolución post operatoria sea distinta, rápida, con menos molestias y complicaciones”. Al tener que intervenir de forma rápida para que el paciente no sufriera tanto dolor, se corría el riesgo de dejar “algún cabo suelto “.

Época Dorada

En opinión de Dr. Zerpa, la “época dorada de la cirugía en Venezuela se dio entre los años 50 y 70 y el Hospital Carlos J. Bello jugó un papel fundamental en ello, ya que este sitio se ha dado a la tarea, desde sus inicios, de formar cirujanos con verdadera mística, dedicación y amor”. El Hospital Carlos J. Bello es prácticamente un hospital quirúrgico, porque todos los servicios giran en torno a la cirugía. Algo fundamental que aportó este hospital tanto a la cirugía nacional como a la vida del Dr. Zerpa y a cada uno de los cirujanos formados allí, fue enseñar a los doctores a tratar a los pacientes con cariño y respeto, cuestión esta que se ha perdido en la actualidad y se ve reflejada a diario en los hospitales venezolanos. Insiste el Dr. Zerpa que en la Cruz Roja no sólo enseñaban a “cortar y coser, sino a tratar bien al paciente, que es finalmente lo que te hace un mejor cirujano”.

En cuanto a las patologías, el Dr Zerpa explica que se han mantenido en el tiempo las más frecuentes, como son: cálculos en la vesícula, problemas de gastritis (úlceras de estómago), hernias, apendicitis aguda, problemas de colon, fibromas en las mujeres, entre otras. En cambio, lo que sí ha cambiado son las técnicas para tratar dichas patologías.

Cuenta con cierto disgusto, como existe actualmente una brecha entre las clínicas y los hospitales. Antes se ofrecía un buen servicio en ambos lugares; ahora, en vista del contexto socioeconómico, se ve como hay maltrato en los hospitales hacia los pacientes y no se ofrece un buen servicio, en parte por la carencia de recursos financieros. Otra diferencia marcada entre ambas dependencias se da a nivel de aprendizaje. Se supone que se deben cubrir dos aspectos: emergencias y procedimientos electivos. Sin embargo, en los hospitales hoy en día predominan las emergencias, llegan en cantidad personas abaleadas, apuñaladas, lo que a su vez hace que los procedimientos electivos sean dejados de lado por no tener un carácter, si se quiere de vida o muerte. En cambio en las clínicas, prevalecen las operaciones electivas, así que lo más recomendable es tener experiencia en ambos sitios para crear cierto equilibrio entre ambas caras de la cirugía. “Yo, por ejemplo, trabajaba en el Hospital Carlos J. Bello, donde atendía procedimientos electivos, y en el Hospital Pérez de León donde prevalecían las emergencias”, situación ésta que le dio la formación y agilidad para atender casos de ambos tipos.