Consideraciones generales
Se denomina infección nosocomial o intra-hospitalaria a la enfermedad provocada por la manifestación de cualquier agente vivo en un organismo huésped (en este caso, en el ser humano) durante el tiempo de hospitalización, pero que no estaba presente ni se estaba incubando al momento de ingresar el paciente. De hecho, esta infección se se desarrolla generalmente 72 horas después de su incorporación a la institución de salud: si ocurre antes, el paciente la adquirió en la comunidad.

Entre los microorganismos responsables están las bacterias, los virus y los hongos, siendo las bacterias el grupo más frecuentemente involucrado. Según lo informó Jean Jacques Pitteloud, Microbiólogo del Servicio de Enfermedades Infecciosas de Adultos del Hospital Universitario de Caracas, “indudablemente las bacterias” suelen causar más infecciones intra-hospitalarias que los virus. Éstos generalmente no se identifican o no se buscan, aun cuando “en los servicios pediátricos, por ejemplo, pueden haber infecciones que pasan desapercibidas, porque hay muchas enfermedades de la infancia que son producidas por virus y pasan de un niño a otro”.

Isabel Silva, Coordinadora del Comité de Control de Infecciones Hospitalarias del Centro Médico de Caracas, también reconoce la ventaja de las bacterias sobre los otros patógenos, y destaca la aparición de hongos una vez superada esta etapa microbiana. Además, llama la atención sobre la constante evolución experimentada por las infecciones mediadas por micobacterias, al confirmar la necesidad de “tener en cuenta que a estos pacientes les cambia toda la flora bacteriana” debido al prolongado tiempo de hospitalización.

Durante este periodo, se dan las condiciones propicias para que las infecciones intra-hospitalarias hagan acto de presencia. Primero, conviven numerosos enfermos; segundo, y como consecuencia de la anterior, es más fácil la transmisión de los agentes contagiosos de un paciente a otro; tercero, la relación entre los microorganismos y los medicamentos se hace aún más estrecha.

Atendiendo estas peculiaridades inherentes a los organismos médico-asistenciales, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (The Centers for Disease Control and Prevention, CDC), dieron a conocer en 1970 las primeras políticas de aislamientos en los hospitales, las cuales tuvieron poca receptividad tanto en EE.UU. como en el resto del mundo.

A partir de ese momento surgieron varios sistemas de aislamientos, de los cuales destacan fundamentalmente dos: el Aislamiento de Sustancias Orgánicas y las Precauciones Universales. El Aislamiento de Sustancias Orgánicas (1984) propone colocar “una barrera a todo fluido corporal del paciente, ya que la sustancia infectiva de toda enfermedad infecciosa es el fluido corporal. Este sistema de aislamiento, contempla, además, el aislamiento respiratorio e incorpora la primera noción de precauciones universales” (www.enfermeriaconexion.com). Las Precauciones Universales (1987), por su parte, “consideran a todos los pacientes potencialmente infectantes y se refieren a evitar el contacto directo con líquidos corporales, dada la preocupación causada por el SIDA y la Hepatitis B. Actualmente, estas precauciones se aplican para todos los pacientes y se han ampliado a las Precauciones Estándar” (www.drscope.com).

Las Precauciones Estándar “son medidas que se deben cumplir en cualquier persona, porque no está escrito en la frente del paciente si tiene VIH, Hepatitis o cualquier otra enfermedad”, explicó Pitteloud. Estas pautas médicas combinan las Precauciones Universales y el Aislamiento de Sustancias Orgánicas, e incluyen:

Como se puede observar, existen medidas generales para evitar y controlar las infecciones nosocomiales. Sin embargo, resulta imposible precisar cuál o cuáles de esas infecciones son las más comunes de padecer en Venezuela y América Latina. Según Pitteloud, “no se puede hablar de una categoría que sea la más frecuente. En un mismo hospital, dependiendo de los servicios que tenga y del tipo de pacientes que reciba, pueden dominar algunas infecciones. Cada hospital o cada clínica es un mundo (cada uno con sus características) porque ingresan pacientes distintos. Por lo tanto, no son comparables en sí uno con otro, cuando se trata de prevalencia de uno u otro tipo de infección”. Como ejemplo de esta disparidad, Pitteloud cita la existencia de una Unidad de Terapia Intensiva, en la cual “pueden predominar las infecciones respiratorias, como la neumonía, que se adquiere más que todo cuando el paciente es asistido con ventilación mecánica, que es un factor de riesgo conocido”. De allí que sea absurdo e inadecuado hablar del “predominio de un determinado tipo de infección, sin referirse al tipo de pacientes atendidos”.