Introducción
En marzo de 2004, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer el novedoso informe Neurociencia del consumo y dependencia de sustancias psicoactivas [1], donde se explican los factores que intervienen en la adicción a drogas, y su cuota de responsabilidad en los porcentajes de morbilidad y mortalidad en el mundo.

Basado en las cifras ofrecidas en una publicación anterior (Informe sobre la salud en el mundo 2002-Reducir los riesgos y promover una vida sana), este documento señala que para el año 2000 el tabaco contribuyó en un 8,8% con las cifras totales de defunciones, y el alcohol lo hizo en 3,2%; a diferencia de las drogas ilícitas, que hicieron lo propio en apenas 0,4%. Este mismo escenario se reflejó en la carga total de morbilidad y lesiones (utilizando los Años de Vida Ajustados en función de la Discapacidad, AVAD), cuyas cifras se ubicaron en 4,0% en el caso del alcohol, 4,1% con respecto al tabaco y 0,8% para las drogas ilícitas.

A la par de estos impresionantes números, el informe neurocientífico también indicó que la administración ocasional o prolongada de estos compuestos incide notablemente en la aparición de dependencia y, por lo tanto, en la salud biológica, física, emocional, psíquica y social de las personas. Para efectos de este artículo, no se hará distinción entre los términos adicción y dependencia, aunque el primero esté relacionado con cualquier tipo de dependencia (conductual y de sustancias) que genera reacciones adversas cuando se deja de realizar; y el segundo se vincule más con el estado psicofísico sufrido específicamente por personas adictas a drogas.

Como lo define el propio informe, “la dependencia es un trastorno causado por el consumo de sustancias psicoactivas, que trastornan los procesos cerebrales perceptuales, emocionales y motivacionales normales (…) Como el producto del cerebro es el comportamiento y el pensamiento, los trastornos cerebrales pueden producir síntomas conductuales muy complejos (…) En la dependencia el producto conductual es complejo, pero está relacionado principalmente con los efectos cerebrales de las sustancias a corto y largo plazo” (OMS, 2004: 12-13). Desde esta perspectiva, la adicción no es exclusivamente una conducta asociada con la falta de voluntad de los consumidores y el placer experimentado luego de la ingesta del producto, sino una enfermedad más.

Este acierto científico pertenece a la Neurociencia, que “estudia el sistema nervioso desde un punto de vista multidisciplinario, esto es mediante el aporte de disciplinas diversas como la Biología, la Química, la Física, la Electrofisiología, la Informática, la Farmacología, la Genética, etc.” (Sociedad Española de Neurociencia).

El sistema nervioso (central y periférico) controla funciones tan sofisticadas como el pensamiento, las emociones y el comportamiento, las cuales son estudiadas por la Neurociencia con el propósito de entender y tratar a tiempo los males que aquejan esencialmente a su órgano rector: el cerebro. Éste se ve particularmente afectado por las sustancias psicoactivas, capaces de transformar negativamente la naturaleza de esas actividades cerebrales en delicadas enfermedades neurológicas y psiquiátricas con su debido sustrato genético.

¿Hasta qué punto una persona sana puede convertirse en adicto potencial? ¿Qué impacto puede tener la carga genética de los sujetos en el consumo y dependencia de drogas? ¿Los genes, por sí solos, son suficientes? ¿Cómo influye el medio ambiente en ese complicado proceso?

Para ahondar en este importante tema, consultamos a dos especialistas: los Dres. Lucimey Lima (Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, IVIC) y Pedro Delgado (Humana Desarrollos en Bienestar Integral, C.A). Además, aprovechamos los comentarios emitidos por la reconocida Dra. Nora Volkow, Directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de los Estados Unidos (NIDA, por sus siglas en inglés), durante el Simposio “Innovación en Neurociencia de las adicciones”, celebrado el pasado 18 de marzo en Caracas.


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[1] Este informe fue preparado por Franco Vaccarino y Susan Rotzinger, miembros del Centre for Addiction and Mental Health (Toronto, Canadá), en el marco del Programa de Acción Mundial en Salud Mental del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2004: 6).