Memoria y cuenta nacional

Rafael RangelEn Venezuela, podemos considerar que verdaderamente se da inicio al estudio sistemático de la Parasitología, gracias al aporte de Rafael Rangel (Betijoque, Edo. Trujillo, 1877 – 1909), quien como tal, es considerado el padre de la Parasitología nacional. El principal aporte que se le reconoce a Rangel fue la descripción por vez primera en el país del Necator americanus.

Aun cuando Rangel no terminó los estudios de medicina iniciados en la Universidad Central de Venezuela, dedicó su vida al estudio de la Parasitología. Durante su época de estudiante, trabajó como asistente del Dr. José Gregorio Hernández, fundador de la Cátedra de Histología Normal y Patológica. Junto a Hernández terminó de familiarizarse con las técnicas de microbiología. Además, participó en los cursos de bacteriología dictados en el Instituto Pasteur de Caracas, bajo la dirección del Dr. Santos Aníbal Domínici.

A comienzos de 1902, fue designado director del recién creado Laboratorio del Hospital Vargas de Caracas. En 1903, emprendió el estudio que más fama le ha dado, el de la anquilostomiasis como agente causal de anemias graves en el medio rural. En ese momento es cuando describe al Necator americanus, y publica varios artículos. En 1904, se entera de que tal especie ya había sido descubierta por el científico norteamericano Stiles. Sin embargo, su hallazgo permitió que se tratara de forma adecuada lo que anteriormente se diagnosticaba como la enfermedad de Bright.

Se traslada a los llanos venezolanos en 1905 y logra desentrañar la causa de “la peste boba”, una enfermedad que afectaba a los caballos. A raíz de eso, describió una nueva variedad del Trypanosoma evansi al que bautizó como Trypanosoma venezuelense. Cerca de la cuidad de Coro, entre 1906 y 1907, estudió la enfermedad conocida como “el grito de las cabras”. Allí demuestra experimentalmente que el agente causal es el Bacillus anthracis o ántrax.

Sus investigaciones científicas lo acreditaron para que, en 1908, Cipriano Castro, presidente de la República, lo pusiera al frente de la campaña sanitaria que trató un brote de peste en el puerto de La Guaira. Lamentablemente, esta asignación trajo consigo innumerables escarceos políticos en la vida de Rangel, que lo sumieron en un torbellino de ataques a su persona y que lo condujeron a un grave estado emocional, que desencadenó en su muerte en agosto de 1909.

La investigación científica en el país, en cuanto a la Parasitología se refiere, ha visto períodos variables en los cuales ha surgido y vuelto a decaer. Para el Dr. José Vicente Scorza, docente, biólogo y parasitólogo caraqueño radicado en el estado Trujillo, donde realiza desde hace más de 30 años, labores de enseñanza e investigación en el núcleo universitario de la Universidad de Los Andes “Rafael Rangel”, “todos los esfuerzos que se han hecho en el país por impulsar la Parasitología tiene nombre y apellido; esfuerzos que lamentablemente se extinguen con sus protagonistas”.

Aun cuando esta particularidad ha hecho que la Parasitología cuente con una historia fragmentada y nutrida por profesionales tanto de la medicina como de otras especialidades, ha seguido un hilo conductor iniciado con las investigaciones del Dr. J.T. Gutiérrez Alfaro, microbiólogo, quien publicó notas sobre Luis Beauperthuy (1807 –1871) y Rafael Rangel.

El Dr. Scorza señala que “durante el siglo XX en Venezuela, el mayor impulso sobre la especialidad fue realizado por el Dr. Arnoldo Gabaldón, protozoólogo sanitarista, que llenó desde 1936 hasta 1996, cuando se retiró de Malariología, la etapa más fructífera de la investigación parasitológica, concretando el control de la transmisión de la malaria en el país entre 1936 y 1965.

En ese período concurrieron figuras como José Francisco Torrealba, quien desde 1924 hasta su deceso en San Juan de los Morros en 1973, se ocupó de la investigación sobre la enfermedad de Chagas. Así también, su hijo José Witremundo Torrealba en la década del 60, produjo la más importante contribución comprensiva sobre leishmaniasis visceral; asimismo, Carlos Ottolina, fallecido en 1961 en Hamburgo, llenó las mejores páginas sobre bilharziosis.

“La época dorada de la Parasitología para Venezuela fueron los años en que Rafael Rangel ocupó la Jefatura del Laboratorio del Hospital Vargas. En siete años, Rangel convocó más de quince estudiantes graduandos para orientarlos en tesis doctorales. Estudió acerca de la acción antiséptica de la urotropina sobre la Eschericha coli, Pseudomonas fluorescens y Staphylococcus aureus; realizó su estudio magistral sobre la necatoriasis; estudió las fiebres caraqueñas hallando Plasmodium y Salmonella; realizó investigaciones acerca del Trypanosoma rotatorium en ranas de Caracas; realizó la descripción del Treponema pallidum, como también hizo el hallazgo del Schistosoma, Anopheles y Culex; Balantidiun coli; Bacillus anthracis; Carbunco; Trypanosoma venezuelense; Dictyocaulus en becerros; Fasciola hepática, la Wucherería bancrofti. No ha habido en el país genio individual que lo emule”, señala Scorsa.

Necator americanus
Bacillus anthracis
Pseudomonas fluorescens
Fasciola hepática
Schistosoma

A pesar de la importancia de la endemicidad malárica como situación de morbilidad y mortalidad, en el país, nuestro desarrollo parasitológico comienza a manifestarse a partir de la década del 40. En comparación con la evolución que esta ciencia tuvo en otras regiones del continente americano, Venezuela estaba cuatro decenios por detrás de países como Panamá y Argentina, los cuales para la misma época, contaban con organismos especializados como el Instituto Oswaldo Cruz y de la Misión de Estudios de Patología Regional Argentina (MEPRA) respectivamente. Según consideraciones del Dr. José Vicente Scorsa, muy posiblemente, el desarrollo de la Parasitología que se llevó a cabo en las ciudades de Sao Paulo y Río Janeiro fueron referencias en la evolución de esta ciencia en el país. “Samuel Pessoa, Oswaldo Forattini, Silvio Lacaz y otros brasileños, se constituyeron en señales para nuestro avance”.

En Venezuela, la dictadura del General Juan Vicente Gómez (1909 – 1935), sumió al país en un profundo retraso que afectó directamente al desarrollo científico de la nación y por consiguiente a la Parasitología. Debido a esto “la labor pionera de José Francisco Torrealba en Zaraza, que llena circunstancialmente el vacío de conocimientos sobre Chagas que dejó la muerte del Dr. Carlos Chagas, sigue siendo desconocida entre nosotros”, señala Scorza.

El primer postgrado en Parasitología creado en el país fue organizado por los doctores José Vicente Scorza, José Witremundo Torrealba, Hilda Pérez y Cecilia Dagert en 1972, con la colaboración estrecha del Dr. Hernán Lent y la participación de los doctores Percy Garnham, Leonidas Deane y Lobato Paraense. Se abrió un único curso que concluyó con cuatro graduados. En la actualidad el postgrado de parasitología es ofrecido por la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela a través del Instituto de Medicina Tropical “Félix Pifano” y del Instituto “José Witremundo Torrealba” en Trujillo.

Previo a la apertura de este postgrado, los primeros profesionales postgraduados como parasitólogos en el país fueron biólogos egresados de la Escuela de Ciencias, más tarde Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela: Lucila Arcay, Servio Urdaneta, Melitta Tengler, Ivonne Gómez entre otros. En su momento, buscaron la especialización en Inglaterra, Estados Unidos y Francia. En el campo médico surgieron en la misma época personalidades como Cecilia Dagert, Witremundo Torrealba, Cruz Aguilar G., Nino Incani, quienes buscaron su especialización en países como Brasil o Estados Unidos.

Para este investigador, durante todo el desarrollo de la parasitología en el país ha sido determinante la manera “espasmódica” en la que ha avanzado esta ciencia. Depender del esfuerzo de personalidades y no de líneas investigativas mantenidas en el tiempo, no ha permitido que la parasitología cobre la justa importancia que se merece.

Es así como en este primer lustro del siglo XXI, en Venezuela, “persisten o se asoman situaciones delicadas que demandan talentos y medios: el resurgimiento de la malaria; las epidemias por los cuatro serotipos de dengue; los riesgos reales de mortalidad a consecuencia de la fiebre amarilla; la expansión de la fiebre de Guanarito; las cryptosporidiosis y microsporidiosis sin pausa; el cólera en puerta; el helicobacter endémico; las coccidiomicosis y cladosposridiosis en varias regiones del país; la resurgencia de la Bilharziosis y de otras trematodiasis; la fasciolasis en Mérida y Trujillo; las leishmaniasis en casi todo el territorio nacional; los complejos diarréicos por proliferación de moscas a causa del mal manejo de la gallinaza (abono orgánico proveniente de las deyecciones de gallina) y la re-emergencia del Mal de Chagas son algunos aspectos a considerar dentro del ámbito nacional para lograr verdaderos avances en el campo parasitológico”, declara Scorza.