Introducción

Samuel DarlingLa histoplasmosis se define como la infección causada por el hongo dimórfico Histoplasma capsulatum var. capsulatum [1], al que por razones de brevedad se le suele denominar simplemente H. capsulatum. Su historia comienza en 1906 con los importantes hallazgos histopatológicos realizados por Darling en los cuales observó "un parásito de forma ovoide a redonda, rodeado de un halo que no se colorea, con un grosor de aproximadamente 1/6 del diámetro del parásito". Debido al parecido con Leishmania, pensó que se trataba de un protozoo y que el halo era una cápsula, por lo que lo denominó Histoplasma capsulatum [2]. Ni era un protozoo, ni había realmente tal cápsula, pero el nombre ha perdurado hasta hoy.

A temperaturas inferiores a 35 °C, H. capsulatum crece en los medios de cultivo como un hongo filamentoso de color blanco a pardo claro, mientras que a 37 °C, tanto in vitro como en los tejidos del huésped, su crecimiento es levaduriforme. En su forma filamentosa, microscópicamente se pueden observar microconidios sesiles (o en hifas cortas no diferenciadas), lisos, esféricos, piriformes o en forma de clava, sin septos, de pared fina, que pueden medir 1-4 x 2-6 µm. También presenta macroconidios generalmente esféricos (8-14 µm de diámetro), de paredes gruesas, sin septos, de aspecto tuberculado. En estado parasitario y en medios de cultivo enriquecidos, a 37 °C, se observan células levaduriformes esféricas u ovaladas, de 2-3 x 3-4 µm, de paredes finas que se reproducen por gemación polar con una base estrecha. In vitro se desarrollan colonias cremosas de color grisáceo a beige. El estado sexual (teleomorfo) ha sido denominado Ajellomyces capsulatus [3,4].

En la naturaleza, H. capsulatum se desarrolla en suelos con alto contenido de nitrógeno y fosfatos, asociado generalmente a la acumulación de excretas de aves y de murciélagos. Se ha encontrado en regiones tropicales y subtropicales de los cinco continentes [5], con una temperatura media anual de 22-29 ºC, una humedad relativa de 67-87 % y un promedio de precipitación anual de aproximadamente 1000 mm. Estas condiciones parecen ser las más favorables para su proliferación y se han denominado "ambientes abiertos", a diferencia de otros nichos ecológicos relacionados con la existencia de cavernas habitadas por murciélagos o aves y se consideran "ambientes cerrados", donde las condiciones protegidas y relativamente estables permiten el mantenimiento de H. capsulatum [3,6].

La región de mayor endemicidad en el mundo se localiza en el centro-este de los Estados Unidos, donde el 80-90% de la población suele ser positiva a la prueba intradérmica de histoplasmina. Otras zonas endémicas importantes se localizan en países de América Latina y el Caribe [3,5].La infección se adquiere por la inhalación de los conidios de H. capsulatum, por lo que el foco primario generalmente es pulmonar; no se transmite de persona a persona. Los brotes epidémicos se originan por la exposición de un grupo de personas a una fuente común. El diagnóstico de laboratorio se basa en técnicas de cultivo, microscopía y pruebas serológicas para la detección de antígenos y anticuerpos [3,7].

Durante la niñez ambos sexos son igualmente susceptibles, pero en adultos se presenta más en el hombre que en la mujer. Durante mucho tiempo se ha señalado como causa de este hecho la mayor exposición del hombre a posibles fuentes de infección, sin embargo, también se ha comprobado el efecto inhibitorio de los estrógenos sobre el crecimiento de H. capsulatum [8].

Los brotes epidémicos de histoplasmosis han estado relacionados con actividades que propician la alteración del medio ambiente y la formación de aerosoles, tales como: limpieza de locales abandonados, tala de árboles, construcciones, recolección de guano, cría de aves, espeleología, turismo, maniobras militares, minería, etc. Una exposición repetida a cantidades abundantes de conidios en "ambientes cerrados" puede resultar letal, mientras que las exposiciones moderadas provocan infecciones de gravedad variable, muchas de las cuales, en individuos inmunocompetentes, se resuelven en forma espontánea [6,9]. El trabajo en los laboratorios de Micología Médica también se considera una ocupación de riesgo. H. capsulatum está considerado un patógeno de nivel de riesgo 3, por lo que debe manipularse en condiciones que garanticen la máxima protección al operador y al medio ambiente [10].


Referencia Bibliográfica: Julio Rodriguez Vinda: Micología Médica, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1998