Introducción

Los estrógenos cumplen una función vital en la fisiología reproductiva femenina y masculina estimulando el crecimiento y diferenciación celular en tejido mamario, útero, vagina, ovario, testículos, epidídimo y próstata (1). Además, los estrógenos participan en la fisiología cardiovascular.

Es ampliamente conocido que el riesgo de enfermedad cardiovascular es menor en mujeres que en hombres antes de la menopausia (2), así como la progresión de enfermedad renal es mas rápida en el período posmenopáusico en mujeres (3). Después de la menopausia los niveles de estradiol-17b (E2), el estrógeno que predomina en la circulación antes de la menopausia, disminuyen a las concentraciones observadas en hombres de edad similar (4). Estudios epidemiológicos han demostrado que, en mujeres, esa diferencia en la resistencia del riñón al progreso de la enfermedad es debida a la presencia de estradiol-17b (3,5).

Así mismo, los estrógenos son de importancia crítica en el desarrollo y mantenimiento de la densidad ósea. Igualmente, los estrógenos son requeridos para el crecimiento y diferenciación neuronal, y están relacionados a funciones cognitivas y de estado de ánimo. Estudios prospectivos han demostrado que los estrógenos pueden ser útiles en la prevención o retardo en la aparición de las enfermedades degenerativas del sistema nervioso como en la enfermedad de Alzheimer (6).