Los “locos” ya tienen hospital


1892 puede ser calificado como un año importante dentro de los comienzos de la psiquiatría en Venezuela, pues fue cuando se creó el Hospital Psiquiátrico de Caracas. En este sentido, el psiquiatra y profesor universitario Manuel Matute, comentó que en este proyecto tuvo una participación fundamental Guillermo Tell Villegas Pulido, quien para ese momento fungía como presidente interino del país. Villegas, había tenido la oportunidad de visitar el asilo de enajenados de los Teques (creado en 1886) y constatar por sí mismo las condiciones de abandono en las cuales se encontraban los 30 pacientes que aún permanecían allí:“…ahí no había absolutamente nada, no había un medio sanitario, no había un laboratorio, nada de eso había…”, señaló.

Ante tal situación – relató el psiquiatra – Villegas buscó mejores alternativas de alojamiento, las cuales contaran con un ambiente más apto, limpio y adecuado para los enfermos. Con este objetivo en mente, logró que remodelaran un viejo cuartel ubicado en las inmediaciones de lo que hoy se conoce con el nombre de Caño Amarillo y Agua Salud (Oeste de Caracas) y con la ayuda de las hermanas de la Congregación San José de Tarbes, habilitó un tren para facilitar el traslado de los enfermos hacia esa nueva edificación. La inauguración de la misma como Asilo de Enajenados, tal como en un principio fue llamado, ocurrió el 17 de septiembre del año anteriormente referido (1892).

“Imagínate cómo estaría de alejado ese cuartel que hasta tenía su cementerio privado. Pero, lo más curioso, es que todo lo que hizo Guillermo Tell Villegas Pulido en ese mes como presidente fue encargarse de los enfermos de los Teques y llevarlos al hospital (…) A comienzos del siglo pasado [siglo XX], el Consejo Municipal le donó las tierras que van por el norte, la fila del Ávila, por el sur la Carretera Vieja, o sea, la Avenida Sucre y por el este y el oeste las dos quebradas: la de “Agua Salud” y la de “Gato Negro”. Toda esa franja de terreno fue del Hospital Psiquiátrico para que con los arriendos y otras cosas más tuvieran la oportunidad de mantenerlo”, indicó Manuel Matute.

De los directores que este hospital tuvo durante sus primeros años de actividad hubo uno en particular que supo dejar una huella significativa para el desarrollo y evolución de la práctica psiquiátrica en Venezuela: el Dr. Rafael Medina Jiménez. Según el Dr. Matute, este personaje fue uno de los primeros en proponer formalmente la enseñanza de este campo de la medicina en el país. Dicha idea fue presentada ante el Colegio de Médicos de Caracas, a través de una monografía que Medina debió realizar como requisito para ser admitido en esa organización. No obstante - aclara el profesor universitario – tal petición no fue vista con buenos ojos por el jurado asignado para examinarla, pues de este grupo de médicos sólo obtuvo comentarios escépticos y pesimistas.

¿Cómo se encontraba la psiquiatría de otros países en ese momento? ¿Cuál era su nivel de desarrollo?
Comenzando por el continente europeo… Francia, por ejemplo, tenía la gran Escuela de Medicina Francesa, y mientras aquí estábamos apenas con un asilo de enajenados en Los Teques, este otro país tenía en ese momento la cumbre, era el punto central de la psiquiatría mundial. Ya existían los hospitales psiquiátricos, ya existía todo un ordenamiento, etc. Alemania se orientó también por la misma vía. Eso estaba muy adelantado. En Inglaterra también. Es decir, en esos países ya había una gran formación de psiquiatría. Aquí no teníamos absolutamente nada.

Otro personaje de especial importancia para la historia del Asilo de Enajenados de Caracas, o el Hospital Psiquiátrico, fue el Dr. José Francisco Torrealba (conocido en Venezuela como "el sabio Torrealba"), quien fue nombrado director de dicho centro de salud mental en el año 1924. Según el relato del entrevistado, a pesar de que Torrealba tampoco era psiquiatra – así como no lo habían sido ninguna de las autoridades predecesoras -, éste se destacó de manera particular por haber sido el primero en levantar un censo epidemiológico de enfermedades mentales. Entre sus acciones más inmediatas estuvo la de realizar un inventario de los recursos con los cuales la institución contaba. Tal hecho le permitió detectar las grandes carencias y deficiencias del lugar: no tenían servicio de agua, no tenían un laboratorio propio y los pacientes sufrían de enfermedades como sarna, tifus, paludismo, amibiasis, etc. Por otra parte, se dio a la tarea de clasificar y organizar los enfermos según su padecimiento: esquizofrénicos, maníacos, psicópatas, depresivos, etc.

A manera de ejemplo, el psiquiatra y profesor universitario relató cómo para hacerle un examen de laboratorio a algunos de los pacientes, debía llevarse la muestra hasta el Hospital Vargas. “Para la época, sólo en el año 14 llegan los primeros carros. No había autobuses, ni nada, eso era de tierra todo”, explicó.

Entre las figuras insignes de la historia de la psiquiatría en Venezuela, Manuel Matute no sólo destacó a directores de asilos u hospitales. También reconoció la importancia de estudiantes que con el paso del tiempo supieron dejar una huella imborrable en este proceso: "en los tiempos de Torrealba hubo un estudiante de medicina, en 1924, que se metió al hospital, con esa calamidad de que no había ningún doctor que le enseñara psiquiatría, para comenzar a trabajar allí. De ese trabajo, sacó su tesis de grado, la cual trató sobre la “demencia precoz” - ése es el término que corresponde a la esquizofrenia -. Se llamó Ricardo Álvarez; él fue una de las personas notables de la vida del país, de la psiquiatría. Álvarez se graduó en el año 26 (…).Bueno, la tesis del doctor Álvarez le valió que en el año 27, cuando se fue Torrealba para el llano, para Zaraza, lo nombraron director del hospital. Con él se graduaron otras personas que iban a tomar psiquiatría y que también fueron muy buenos, entre ellos, el doctor Francisco Herrera Guerrero y Guillermo Aranda. Estos tres personajes conformaron una nueva orientación de la psiquiatría nacional”.

Además de estos tres nombres, el Dr. Matute hizo especial mención de otra figura a quien calificó como alguien notable del campo psiquiátrico. Ese cuarto personaje fue Raúl Ramos Calles. “Él era un joven que para ese entonces – años 31 / 32 - estaba en tercer año de medicina, y que se graduó en el año 36. Ramos Calles, con toda esa ruinosa estructura hospitalaria y todos esos antecedentes desde 1864, presentó un trabajo que llevó por título Importancia de la Selección del Personal Subalterno para la atención a los enfermos mentales. Eso quiso decir que las cosas comenzaron a cambiar”, dijo.