Una especialidad a la altura de su tiempo

“Impactante” pudiera ser un buen término para describir la primera impresión que causa el doctor Juan José Puigbó cuando se le conoce, pues a su imponente figura – alta, voluminosa – y a su potente voz – sobria, retumbante –, los acompaña un extenso currículum, el cual permite identificarlo como una de las personalidades claves cuando se habla de la historia de la cardiología en Venezuela. Y no es para menos. Este médico cardiólogo y profesor universitario, a lo largo de su ejercicio profesional, ha tenido una importante participación en los momentos más significativos de la especialidad, hasta el punto de ser considerado por muchos, como uno de los grandes continuadores de la labor iniciada por los padres de esta rama de la medicina en el país.

Basado en su amplio conocimiento del tema – no en vano, ha escrito diversos trabajos al respecto -, el Dr. Puigbó considera que el proceso de nacimiento y desarrollo de la cardiología nacional comprende cinco pasos que fueron fundamentales para su consolidación a lo largo y ancho del territorio, hasta llegar a sus niveles de evolución actuales. El primero de ellos, comenzó a principio de los años 20, con la llegada de Heberto Cuenca a Venezuela, una vez culminado sus estudios de especialización en Francia, la gran meca de la medicina de aquellos tiempos. De hecho, la Academia de Medicina del Estado Zulia (Occidente del país), le ha atribuido el calificativo de “padre de la cardiología venezolana”, por haber sido uno de sus más destacados pioneros.

El segundo momento, comprendió la creación de la Cátedra de Cardiología en el Hospital Vargas (al oeste de Caracas) de la Universidad Central de Venezuela (UCV), a cargo del doctor Bernardo Gómez en el año 1937, siendo este último, otro de sus grandes impulsores. La tercera fase comenzó con el surgimiento de la Sociedad Venezolana de Cardiología (SVC) en 1954, entidad que desde sus primeros años de existencia procuró ser un centro de actualización y estímulo constante, en palabras del cardiólogo Juan José Puigbó. La cuarta etapa coincide con la organización y puesta en marcha del Postgrado de Cardiología (año 1957) de la UCV, el cual vino a satisfacer la necesidad de los especialistas de adquirir conocimientos de alto nivel en su propia tierra. Finalmente, la formulación y ejecución del Programa Cardiovascular, en el año 1959, apoyado por el entonces Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, MSAS (ahora denominado Ministerio de La Salud y Desarrollo Social, MSDS) constituyó también otro paso – el quinto - que merece ser destacado según la perspectiva del Dr. Puigbó.

Los progresos conseguidos en cada uno de estos períodos fueron además complementados con la pertinente labor realizada por una serie de sociedades sin fines de lucro que a partir de la década del 50 entraron en escena para atender los problemas cardiovasculares del país, bien sea a través del aporte de recursos económicos, la formulación de campañas informativas o el trabajo conjunto con entidades gubernamentales, etc. En tal sentido, valdría la pena destacar el papel desempeñado por el Centro Nacional de Cardiología (creado en 1954), el cual ofrecía apoyo financiero a los profesionales de la salud que desearan viajar al exterior para profundizar sus conocimientos en materia cardiológica.

Asimismo, deben mencionarse otras organizaciones tales como la Asociación Cardiovascular Centro Occidental (ASCARDIO) en el estado Lara (región centro – occidental de Venezuela), fundada en 1976; la Asociación “Amigos del Corazón” (ASOCOR) en la ciudad de Maturín (capital del estado Barcelona, oriente del país) creada en 1987; el Centro Cardiovascular Cojedes, surgido en 1992 y ubicándose también en la región centro occidental del territorio nacional; FUNDASCARDIO (1995), perteneciente a las localidades de Acarigua – Araure (estado portuguesa, occidente de Venezuela); la Asociación Barinesa del Corazón (ASOBACOR) en el estado llanero de Barinas y ASOCARDIO en la ciudad de Boconó (ubicada dentro del estado Barinas), para mencionar sólo algunas (López Grillo: 2000: 12 – 13).

Buena parte del rápido crecimiento experimentado por esta área de la medicina se explica gracias a la gran importancia que las enfermedades cardiovasculares han tenido en la nación a lo largo de varias décadas. No en vano, se trata de su principal causa de muerte, ostentando casi el 30% de la mortalidad en la población venezolana -21,12%, para las enfermedades del corazón propiamente dichas y 7,56% para las enfermedades cerebrovasculares, también vinvuladas estrechamente a las enfermedades del corazón - (Ministerio de Salud y Desarrollo Social: Anuario de Mortalidad 2001: 5). Este puesto ha sido ocupado desde finales de los años 60.

En resumen, podría afirmarse que la historia de la cardiología en Venezuela es el relato del nacimiento, crecimiento y expansión de una especialidad, la cual logró superar sus primeros años de simpleza y conocimientos básicos para pasar a convertirse en una rama de la medicina de alto nivel y calidad profesional, capaz de satisfacer las necesidades de sus propios recursos humanos y responder a las exigencias de su tiempo y contexto socio - económico. Esto, con miras a hacerle frente a un problema de salud pública de larga data, vinculado a los hábitos de vida de su población.