Introducción

A pesar de que el virus del dengue se aisló por primera vez en las Américas en 19421,2, se sabe que ocasionó grandes brotes en el Caribe desde la primera mitad del siglo XVII, así como epidemias continentales o verdaderas pandemias a lo largo de los siglos XIX y XX. La primera gran epidemia de dengue hemorrágico (DH) en la región ocurrió en Cuba en 1981, con 24.000 casos de DH, 10.000 casos de síndrome de shock por dengue (SSD) y 158 muertes reportadas en un período de tres meses1,2,3,4. En 1986 y 1987 se registraron brotes masivos de dengue clásico (DC) en Brasil5,6. Investigaciones serológicas posteriores en el mismo país calculan 4 millones de casos de DC, la cifra clínicamente estimada es de 1 millón6. En 1988 un brote de DC se registró a 1.700 msnm en el estado de Guerrero, México7. En 1990 casi un cuarto de los 300.000 habitantes de Iquitos, Perú, contrajo DC8 y en el mismo año se registraron 3.108 casos de DH con 78 muertes en Venezuela9. Las últimas cifras disponibles para la región, que corresponden al año 2001, indican la ocurrencia de 482,799 casos de infección, de los cuales 9,893 fueron de DH/SD, con 161 muertes. Varios países latinoamericanos han registrado la circulación simultánea de los cuatro serotipos del virus1.

La infección del virus de dengue es sin duda alguna la enfermedad transmitida por artrópodos más común a nivel mundial en lo que se refiere a la tasa de morbilidad (en términos de mortalidad sería la malaria) con una incidencia que aumenta en las regiones tropicales de Centro y Suramérica.

La extensa distribución y la elevada incidencia de las infecciones del virus de dengue están relacionadas con la amplia distribución de Aedes aegypti y al aumento de la densidad poblacional en muchas grandes áreas urbanas. La falta de programas efectivos para contener el vector, y el deterioro del ambiente urbano son responsables2,4. Sin embargo, las causas del cambio del patrón de transmisión en América Latina de una simple epidemia de DC a una severa enfermedad hemorrágica, asociada con frecuencia con shock, DH y/o SSD, no son completamente conocidas 2,4.

Adicionalmente, la propagación de DC10 ciertamente se ve facilitada por el incremento en los vuelos aéreos y por ende, en la circulación de pacientes virémicos, junto con un mayor riesgo de expansión en la distribución del mosquito vector. En EE.UU., se pudo recolectar un historial de viaje dentro de las dos semanas anteriores a la enfermedad, en 122 personas, de 143 con diagnostic de dengue confirmado por laboratorio que fueron registradas por el Centro de Control de Enfermedades (CDC, según sus siglas en inglés) entre 1997 y 1998, lo que indica que probablemente se contrajo la infección en las islas del Caribe (61 casos), Asia (30), América Central (23), América del Sur (4), África (3), y las Islas del Pacífico (1) 11.

Durante la última década, la propagación del dengue fue muy dramática virtualmente en todos los países de Latinoamérica y el Caribe infestados con A. aegypti. Se ha observado una marcada tendencia de aumento en el número de casos registrados cada año, desde más de 250.000 al inicio de los años noventa hasta más de 600.000 a fines del siglo XX2. Además, los muestreos serológicos sugieren la ocurrencia de millones de estas infecciones12. En el período comprendido entre 1968 y 1980, sólo 60 casos de DH de cinco países, se registraron para la región entera. Sin embargo, luego de su aparición en Cuba en 198113, se han registrado epidemias o casos esporádicos de DH en al menos 25 países americanos14. Desde 1989, cuando se produjo una gran epidemia de 2.500 casos de DH, Venezuela ha registrado grandes cifras de casos de DH cada año, y en 1995 se presentó el brote regional más grande con 30.000 casos de dengue y con 5.000 casos de DH. Y a pesar de que los serotipos de los virus de dengue 1, 2, y 4 fueron aislados durante la epidemia, el serotipo dengue-2 predominó en gran medida15.